18. La desdicha de un encuentro

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[Yunando]

En un pueblo alejado de la ciudad, hay una historia que narran los hombres y mujeres a sus hijos antes de dormir para hacer volar su imaginación y despertar el asombro, la expectación y la tristeza que había burbujeado en el interior de todos ellos cual líquido sobre el fuego cuando la escucharon por primera vez, y por eso mismo algunos descartaban el contarle algo así a sus hijos, prefiriendo evitarles sentir la inconformidad y el enojo de un final incierto, aunque otros tantos deseaban hacerlo pese a toda palabra en contra por la empatía y curiosidad que despertaba en los más jóvenes, y también por la esperanza ciega de que alguno no pudiera lidiar con la incertidumbre y fuera en busca de respuestas, aún con el riesgo de no obtenerlas.

Los sucesos tuvieron lugar milenios atrás, cuando los pueblos eran muy escasos y el hombre apenas empezaba a explorar el ancho mar, cuando los ángeles y demonios aún se paseaban por el mundo a sus anchas y después de una guerra entre los mismos. Un ser celestial y uno maligno tuvieron un inesperado encuentro en un oasis que se encontraba escondido en medio del desierto.

No fue planeado ni por quien reinaba los cielos ni por quien gobernaba el infierno, simplemente sucedió y con ello el destino de un par cambio sus trazos.

Armando Grúas, como habían nombrado los mortales al demonio, era un torturador inusual. Usaba los pecados y desagrados de sus víctimas para hundirlos poco a poco en una miseria eterna pero, pese a ser una verdad indudable que no existía súplica que pudiera tentar su corazón ni llanto que le hiciera frenar sus actos, se dice que jamás pareció disfrutar lo que hacía. Se muestra en esculturas e imágenes antiguas como un demonio atractivo de expresión neutra que rara vez dejaba ver sus cuernos y cola. Lo describen como reservado e inexpresivo en algunos libros, como un cuerpo hueco incapaz de sentir algo en otros, pero los del pequeño pueblo conocían la verdad, sabían que ese hombre de tez tostada por los calores del infierno y de venenosos y cautivantes ojos esmeralda, tuvo una debilidad.

Yun Kalahari, un ángel que ayudaba a los mortales a tomar las desiciones correctas. Se muestran sus métodos como algo que nunca termino de agradarle a Dios y su forma de hablar destaca entre todas las demás por ser considerada inapropiada. Los textos aseguran que sus superiores le reprendieron incontables veces por ello y, al no ver un cambio, le castigaron con problemas para formular ciertas letras y para completar algunas palabras. Le retratan como a un hombre joven de tez blanca y ojos rasgados sobre los cuales parecían haber dejado escurrir un brillante líquido dorado, también se le muestra con un peculiar cabello rojizo que tiraba hacía un lado y un piercing en una de sus cejas. Algunas iglesias le habían sacado de los libros sagrados sólo por su imagen, aunque nunca podrían eliminar su historia ni las imágenes en las que siglos después se le mostraba junto al demonio.

Nadie sabe como es que sus pasos les llevaron al mismo punto, puesto que estaban por motivos completamente distintos, pero terminaron uno frente al otro, siendo separados únicamente por un amplio y hermoso lago azul.

—¿Qué haces aquí? — preguntó con neutralidad, metiendo las manos en los bolsillos de su vaquero negro al tener a un celestial por primera vez tras la guerra frente a él. Vestía tal cual aquellos a los que le arrebató la vida, un conjunto simple y sin mangas de color marfil que resaltaba su delgada figura.

|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora