|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ ||

06. ¿Quién es realmente el ingenuo?

[Intenabo angst]

En comisaría había un secreto a voces que era conocido hasta por los más despistados e ingenuos. Un rumor que, como pocos dentro de aquellas delgadas paredes, resultó ser una verdad irrefutable, una amarga realidad que les generaba lastima hacía la mujer que siempre les otorgaba una sonrisa sincera.

El superintendente engañaba a su esposa con otro hombre.

Muchos quisieron decirle la verdad a la que habían juzgado como tonta por no darse cuenta de lo obvio, algunos lograron alzar su voz dispuestos a revelar cada asfixiante detalle a la pelirroja ingenua que le profesaba amor eterno a aquel hombre con cada breve mirada o abrazo, pero el nudo volvía a formarse en sus gargantas, insoportable y advertente, porque de aligerar el peso de la culpa sobre sus hombros se arriesgaban a perder su estabilidad económica o, incluso, la libertad.

Parecían exagerados al creer que Conway sería capaz de encerrarlos por algo que era meramente culpa suya, pero no sabían que esperar de alguien tan drástico, además de que no era el único con el que tendrían que lidiar. Gustabo era un inestable, alguien dispuesto a meterles un tiro sin titubear mientras los convencía de que ellos se lo habían buscado.

Así que, muy a su pesar, pactaron un acuerdo en silencio. Nadie diría nada, iban a fingir que los ruidos que de vez en cuando traspasaban las paredes de aquel despacho eran producto de su cansada imaginación, le inventarían excusas a aquella mujer inocente cada que fuera de visita para evitar que su corazón se hiciera añicos al ver al amor de su vida, aquel que portaba un anillo en su dedo con hipocresía, ese que la había enamorado tanto años atrás, jurándole que estaría hasta la muerte a su lado, entre los brazos de un cualquiera, jadeando y gimiendo un nombre que no era suyo.

"Pobre de ella", decían muchos. "¿Qué crees que hará cuando se entere?" Se preguntaban cuando la veían llegar con sus hijos tomando sus manos y una gran sonrisa adornando sus finos labios rosados. "El dolor seguro la va a matar" aseguraban unos cuantos al verla tan cegada de amor, entregando todo de sí en cada beso y caricia, en cada risa.

Si tan sólo esos pobres que le miraban con pena, apretando sus labios en una perfecta línea recta para retener las palabras, supieran la verdad, tal vez así al fin conseguiría eliminar la incomodidad con la que le sonreían cada que deseaba saber donde estaba su esposo, tal vez así dejarían de darle excusas para impedir que subiera por esas escaleras. "Imbéciles" pensaba ella mientras la llevaban fuera de comisaría, sonriendo para ocultar su molestia. "¿Quién es el ingenuo aquí?" Preguntaba sin esperar respuesta, despidiéndose suavemente de los oficiales para regresar por donde había venido, golpeando sus tacones contra el pavimento con fuerza.

Si seguían echándole como si fuera cualquier persona tendría que hablar con cada uno de ellos, explicarles con peras y manzanas que los únicos tontos eran ellos, porque existía un detalle que desconocían y era el que, ella ya lo sospechaba y, una tarde cualquiera, había logrado colarse bajo sus narices.

Después de todo, no se podía ser la esposa del superintendente sin saber unos cuantos detalles. Uso a sus niños como distracción para los oficiales, les dijo que iría al baño un momento y cuando nadie miraba, cruzó las puertas que la llevaban a aquellas escaleras. Subió un escalón y recordó los días en que se quedó en su auto fuera de comisaría, vigilando los horarios que manejaba su esposo, cuándo salía, cuando se quedaba, a que horas bajaba a tomarse su taza de café sin azúcar y hasta el tiempo que tardaba en follarse a su amante. Otro escalón más y reviso el reloj de su muñeca, sabiendo que dentro de unos minutos su pareja iba a bajar justo por donde ella subía para ir a patrullar. Más escalones y empezó a escuchar al ruidoso joven rubio y de ojos azules que le había arrebatado la atención de Conway. Termino de subir y se escondió en una oficina vacía, luego un silencio absoluto, una puerta abriéndose y pasos pesados.