Capítulo diecisiete

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Estaba en el comedor desayunando un poco de huevo, con pan tostado, jugo de naranja, cuando aparece Romeo en la habitación.

—Buenos días— me dijo muy sonriente

—Buenos días— sonreí falsamente

—Me alegro que no hayas tomado esto tan mal— se acercó al refrigerador, sacó la botella con jugo y bebió directo de ella.

—Descuida, estoy acostumbrada a este tipo de sorpresas— actué indiferente —¿qué pensarías si un día te dicen que eres una hechicera, que tus amigos reencarnaron, que tu maestro fue tu ángel de la guarda que lleva un siglo buscándote y ahora es un caído por tu culpa?— exhalé —Esto ya no es sorpresa— mi tono fue irónico

Él me miro de manera extraña desde el desayunador

—Yo hubiera pensado que todo el mundo enloqueció— respondió

—Lo mismo pensé, pero después descubrí que todo era verdad. Así, que ya no me sorprende nada.

Se limitó sólo a sonreír, yo hice lo mismo.

— ¿Sabes qué es lo que los ángeles caídos quieren hablar conmigo? — arqueé una ceja

—No me corresponde a mí hablar sobre ese tema.

—Lo sabes— lo miré fijamente sin parpadear — ¿Por qué no quieres decírmelo?

—Stephano, es quien debe

—Da lo mismo quien me lo diga, al final me enteraré ¿no? — bebí el último sorbo de mi jugo.

—Ellos quieren el libro y a ti junto con él

— ¿Y por qué Stephano no quiere decírmelo?

—Tiene miedo de perderte de nuevo. Ya te perdió una vez por culpa de ese libro y no quiere hacerlo de nuevo.

— ¿Saben que ese libro se destruyó hace años? — mentí

—Él está seguro que no fue así. Como también está seguro de que tú sabes dónde está.

—Es una lástima porque no sé dónde está ese libro— me levanté de la mesa, recogí mi plato y vaso, para llevarlos al fregadero y lavarlos.

—Si ese libro desapareció como tú dices, la única que puede decir que venía en él y liberarnos eres tú.

— ¿A qué te refieres con liberarlos? — dejé las cosas en el fregadero, abrí la llave y comencé a lavarlos, los dejé a un lado para que se secaran.

—Ya no depender de los nefilims para sentir. Queremos ser humanos.

— ¿Quieren ser humanos? ¿Ya se cansaron de la inmortalidad? — mi tono fue de burla, me giré para verlo de frente.

—Son cosas que no entenderías

—Yo sé que hay algo más detrás de todo esto y lo descubriré, Alec— lo amenacé

— ¿Quién te dijo mi nombre? — reaccionó sorprendido

—Hay ciertas cosas que sé— mi voz y mi mirada fueron retadoras.

—Sé que algo tramas en esa cabecita— golpeó fuertemente mi cien —Pero de una vez te lo digo, vete con mucho cuidado porque no estamos dispuestos a perder y menos por tu culpa.

—Eso ya lo veremos— expresé al irme de ahí.

Salí de la casa, necesitaba aire fresco para pensar.

Paseaba por las calles de Verona, cuando recibí una llamada de Alyssa

— ¿Estás bien?

Respiré profundo

—Larga historia, Aly

Pensé que la llamada había terminado, pero lo que me dijo no fue nada bonito.

—Ten cuidado, en Italia hay muchos personas que te quieren ver muerta

Estaba segura que tuvo una visión, en la cual me vio aquí en Italia. Después de partir por sorpresa Stephano le marcó a Carlo explicándole la razón que nos obligó a irnos de la ciudad. Además le advirtió que no se acercaran al departamento.

— ¿Cómo lo sabes?

—Te vi en una visión.

En estos momentos me hacía falta.

—Te extraño

Y estaba segura que ella también me extrañaba

—Yo también. Nos vemos pronto

Italia era demasiado peligrosa para ella

— ¿Vendrás a Italia? — le pregunté, pero ya no obtuve respuesta, la llamada se cortó.

Ella vendría, algo no debía estar bien, Estaba segura que vio algo importante. Comenzaba a sentir miedo. En esos momentos lo único que necesitaba era un abrazo de mi abuela y un consejo de mi madre, porque me sentía más perdida que nunca.

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora