Capítulo cinco

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Desperté a un lado de Stephano a la mañana siguiente. Sólo nos quedamos abrazados el uno al otro hasta dormirnos.

Lo miraba sonreír, al parecer estaba soñando algo satisfactorio, se giró, ahora tenía la vista de su espalda, de esos tatuajes, pero sobre todo de sus cicatrices cubiertas por ellos. No pude resistir a la tentación y las toqué.

Las hojas de las arboles caían, era otoño, me di cuenta ya que estaban de un tono café amarilloso. Miraba a Stephano caminar de la mano con una chica de cabello rizado, color dorado, ella sonreía nerviosa, él estaba entusiasmado, ¿Quién era la chica que estaba con él? Me acerqué un poco más para ver quién era. Cuando ella se giró para besarlo pude darme cuenta que era yo. Estábamos paseando por un jardín, llegamos a un lago, ahí había una canasta, tendríamos un picnic, este recuerdo ya lo había tenido yo antes, pero era curioso verlo desde su perspectiva.

Estábamos comiendo un poco de fruta, me tenía abrazada, besaba mi cabeza, eso me hizo estremecer.

—Eres lo mejor que me pudo haber pasado, nunca te dejaré ir— me dijo al abrazarme con más fuerza.

El color del cielo era rosado; el sol se ocultaba dejándonos admirar su hermosa puesta en el horizonte.

— ¡Qué hermoso atardecer!— le dije

—Es aún más hermoso, porque te tengo a mi lado— me besó

De pronto, escuché

—Aquí están—Alyssa llegó corriendo hasta nosotros.

— ¿Qué es lo que pasa? — le preguntó él

—Tu padre te está buscando como loco por toda la casa, sabes que no quiere que estés con él.

—Lo sé— escuché que le contesté

—Será mejor que regreses a casa.

—Está bien

—Te veo luego— tomó mis manos y las besó —Cuida mucho a mi pequeña hechicera, ¿si Alyssa?

—Así será, pero creo que ella puede cuidarse muy bien sola.

Vi que me fui con ella, poco a poco la imagen se fue tornando negra, hasta quedar completamente en el vacío.

Regresé a la realidad.

— ¿Por qué tocaste mis cicatrices? — me preguntó molesto

—Lo siento, sólo tenía curiosidad

— ¿Qué fue lo que viste?

—A ti y a mí, en un picnic

—Menos mal. No quiero que lo vuelvas a hacer ¿de acuerdo? — expresó con voz fuerte, prácticamente me estaba gritando

—Sí, pero no me grites

Se levantó de la cama

—No te estoy gritando— indicó gritándome

— ¿Cómo debo llamar a la forma en la te estás dirigiendo a mí en este momento?

Se acercó a mí. Tenía una mirada cargada de furia, sus ojos brillaban con tal intensidad que asustaban. Me apretó fuerte de las manos y me dijo con voz clara —No vuelvas a hacerlo

—No lo haréle contesté asustada

Me soltó de las manos y salió de la habitación azotando la puerta tras él.

¿Qué era lo que le pasaba?

¿Por qué estaba tan alterado?

¿Él sabía lo que pasaba si alguien tocaba sus cicatrices?

Debía estar ocultando algo, por ese motivo no quería que tocara sus cicatrices. Lo que fuera, lo descubriría.

Cuando salí de la habitación me di cuenta que él no estaba, se había ido y no sabía a dónde. Me asomé por el balcón y vi que era un hermoso día soleado, de una mañana de verano, el azul del mar estaba más intenso que de costumbre. Así que fui a mi recamara, me cambié de ropa y bajé a caminar un poco; necesitaba despejar mi mente de todo lo que había pasado instantes atrás, ¿Cómo era posible que un recuerdo tan hermoso se tornara en una situación tan oscura como la misma noche?

Paseaba por la playa, sentir la brisa de la costa del pacifico en mi rostro era algo gratificante. Como si por un segundo todos mis problemas desaparecieran. Encontré una sombra y me senté debajo de ella. Me quedé ahí por unos minutos, sólo miraba hacia el horizonte sin prestarle la más mínima atención, estaba más sumergida en mis pensamientos. Hasta que una gruesa voz me trajo de vuelta.

—Sabia que te encontraría aquí— era Stephano

— ¿Qué es lo que quieres? ¿Vienes a gritarme otra vez?

—No, yo sólo...— hizo una pausa, respiró profundo, exhaló y continuó —sólo quería decirte que lo sentía. No fue mi intención gritarte de esa manera y comportarme así. Perdón, Mary Elizabeth— me miró a los ojos, ahora su mirada me decía que estaba arrepentido.

— Stephano, no quiero estar jugando a esto cada vez que metes la mata en algo. No quiero estar asustada constantemente por tus arranques de furia. Sí, sé que fue la primera vez que lo haces, pero estaba asustada, creí que me harías algo.

—Lo sé, vi la expresión en tu rostro. Después de salir de la habitación me puse a pensar en lo que hice y sé que no estuvo bien. Entonces regresé y no estabas, pensé que te habías ido, que no regresarías y esta vez yo era el culpable de eso. Pero vi que estaban tus cosas aún en el departamento, así que vine a buscarte.

—No quiero que esto vuelva a pasar, no quiero que me estés pidiendo disculpas a cada segundo del día sólo por intentar saber un poco más de ti. Si vamos a tener una relación, debemos saber más el uno del otro y eso significa no guardar secretos.

—Está bien

— ¿Por qué no querías que tocara tus cicatrices?

—Porque si lo haces puedes acceder a mi mente y es ahí donde puedes descubrir muchas cosas sobre mí, cosas que no me alegra haber hecho. No soy tan bueno como crees, Mary Elizabeth.

—No me importa lo que hayas hecho antes

—Créeme que si te importará

— ¿Qué fue lo que hiciste? —traté de indagar sobre su pasado

—Es mejor que no lo sepas, no por el momento.

—Esto es a lo que me refería.

Él se giró para otro lado, evitando el contacto visual conmigo.

—Stephano— lo toqué del hombro.

—Soy un asesino, Mary Elizabeth, ¿Por qué crees que tu padre no quería que estuviera contigo? él sabía eso.

— ¿Por qué mi papá sabía?

—Él me investigo

Mentía

—Será porque te mandó a matar a alguien

Él se giró hacia mí, pero no dijo nada.

—No digas más, tu silencio me dijo todo.

Su mirada se tornó entristecida

—Estás en todo tu derecho de irte.

—No me iré

— ¿Te quedarás?

—Sí—acaricié su mejilla.

No podía irme, tenía que descubrir más acerca de él y la única manera era estando cerca.

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora