Capítulo veinticinco

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Estaba recostada en mi cama, miraba hacia el techo y pensaba en la cita de mi hermano y mi mejor amiga, casi mi hermana.

— ¿En qué piensas? — me preguntó Stephano, sacándome de mis vagos pensamientos, cuando entró a la habitación.

—En nada— mentí

—A mi no me engañas— se quitó la camisa y los jeans, para ponerse un pantalón holgado, con el cual dormía.

—Es verdad, no pienso en nada interesante— sonreí

—Está bien, te creeré— se acostó junto a mí. Acarició lentamente mi cabello, se sintió tan bien. Prácticamente, hubiera podido acostumbrarme. Una vida juntos, sin preocupaciones, pero, en ese momento, supe que estaba a un futuro muy distante. La palabra futuro, sonaba a promesa, una promesa que no sabía si llegaría a cumplirse.

—Llegué y no vi a Alyssa ¿sabes donde fue? — preguntó curioso

—Sí, está en una cita— se me escapó decirle

— ¿Cita? ¿Con quién? — reaccionó sorprendido, ya que ella tenía pocos días de haber llegado

—Con un chico que conoció, un día en la plaza—le mentí.

—Si no ha salido.

Tenía razón, entonces recordé una vez que ella salió con Jerome a comprar unas cosas que necesitaba.

—Lo conoció una vez que salió con Jerome.

Esa salida de la casa era cierta, así que si le preguntaba, él le diría que si salió con ella.

—Vaya— mencionó confundido

— ¿Qué? — lo miré fijamente

—En Florencia y en una cita— arqueó una ceja

— ¿Qué tiene de malo?— me senté sobre la cama

Se quedó callado

—Nada— comentó después de un largo silencio

Tenía la impresión que se preguntaba el motivo de Alyssa para salir con un extraño, cuando en Florencia se estaba el amor de su vida. Pero entre mis planes no se encontraba decirle la verdad.

—Stephano, me gustaría salir a pasear, como cuando estuvimos en Verona— en verdad quería salir, estar encerrada me traía malos recuerdos.

—Es peligroso— respondió sin pensarlo

—Pero no me puedes tener encerrada aquí todo el día. No soy un ave a la cual tienes en una jaula— me acerqué a él, me senté a horcajadas sobre él, lo tomé de las mejillas y lo besé. Cerró sus ojos por unos segundos, pensando en mi petición.

—Está bien, saldremos el viernes— sonrió

—Hoy es martes— fruncí el entrecejo

Se cruzó de brazos

—Si quieres, si no...

No dejé que terminara la oración. Le puse mi dedo índice sobre la boca

—Está bien, me parece perfecto— lo besé

Esperaba que para ese entonces, Jeremiah le hubiera dicho a mi padre.

Desperté abrazada de Stephano. Sentirlo junto a mí era maravilloso. Sabía que me odiaría, pero lo amaba y siempre lo haría, pero lo que estaba a punto de pasar era necesario.

Me zafé de sus brazos. Fui al baño al lavarme los dientes. Bajando las escaleras para ir a la cocina, vi a Jerome entrando por la puerta principal, se notaba agitado y estaba sudado. Me escondí para que no me viera, ¿De dónde venía?, supuse que fue a hacer ejercicio. Él se quitó la camisa y fue cuando pude ver algo en su hombro, era el mismo tatuaje que tenía Stephano, y en el mismo hombro. La diferencia era que su tatuaje, tenía un ojo en el centro de la estrella ¿Qué significaba eso? El tatuaje significaba que era parte de la Orden de los Eternos, de Stephano lo entendía, pero de él, ¿Por qué lo tenía si no era parte de la orden? Otra incógnita que tenía que averiguar.

Vi como subió las escaleras para dirigirse a su recamara, afortunadamente no me vio, cuando escuché que una puerta se cerró, salí de mi escondite. Fui a la cocina por un vaso con agua, pero no dejaba de pensar en el tatuaje.

Estaba tan concentrada que no escuché cuando Alyssa entró. Al momento que la escuché hablar, me asusté y escupí el agua que estaba bebiendo.

— ¿Qué te pasa? — rió

—Lo siento, me asustaste— sonreí sin muchos ánimos — ¿cómo te fue en tu cita?

—Maravilloso— suspiró al momento de sentarse en una de las sillas del comedor.

Comencé a preparar un poco de café, para ambas.

— ¿Solamente me dirás maravilloso?

—Él se portó muy bien, fue todo un caballero. Nunca pensé que lo extrañara demasiado— sus ojos brillaron al igual que los de Jeremiah el día anterior.

—Siempre lo has amado, es normal.

—Y siempre lo voy a amar, Mary Elizabeth— sonrió imaginando la noche anterior

Se notaba que estaba ilusionada.

Le di una taza con café y yo me quedé con la otra.

—Gracias— la tomó y le dio un pequeño sorbo

— ¿Y bien? — la miré fijamente.

—No lo hicimos, si es que eso te estás preguntando.

—Vamos, pero si se besaron— arqueé una ceja

—Sí y fue mucho mejor de lo que recordaba— pasó su dedo índice por la comisura de sus labios.

—Me alegro por ti— la miré con ternura

—Pero ambos quedamos en no vernos más— suspiró

— ¿Por qué? — esa noticia fue sorpresa

—Somos conscientes de los riesgos que conlleva nuestra relación en una guerra que está por comenzar

— ¿Si se aman porque no estar juntos?

—Es peligroso, pero si quedamos vivos nos volveremos a encontrar— sonaba a una promesa

— ¿Y si mueren?

—Ambos sabemos que regresaremos y será ahí donde nos buscaremos para estar juntos— sin duda fue su promesa de amor.

— ¿Y si es demasiado tarde?

—Nunca es demasiado tarde en cuestiones del amor— sonrió entusiasmada

—Creo que en eso te equivocas­— le dije con otro tono de voz, uno que se escuchaba un poco triste.

— ¿Por qué lo dices?

—Olvídalo.

Ella me miró.

— ¿Qué es lo que te sucede?

Respiré profundo

—Stephano me odiará— solté el aire

— ¿Por qué?

—Después de lo que haré estoy segura que me odiará.

—No lo creo, él te ama demasiado.

Le di un sorbo a mi café

— ¿Estás segura? Aún te puedes arrepentir— trató de convencerme

—Lo tengo que hacer, esto es más fuerte que yo.

— ¿Tu sed de venganza es más fuerte que tu amor por él?

—No me pongas en ese dilema. Amo a Stephano, pero tengo que evitar la guerra o minimizar los daños y evitar que muera. Tengo que hacerlo, si lo quiero mantener vivo

—Sabes que para él una vida sin ti, no es vida— bebió de su café

—Lo sé, pero porque lo amo, tengo que hacerlo.

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora