Capítulo veintiocho

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Estábamos rodeados por ángeles caídos, su aspecto los delataba, pero también había otros, que tal vez, fueran hechiceros o vampiros. Era la emboscada que estuve esperando. Stephano me tenía tomada de la mano, la sostenía con fuerza. Supe que no los dejaría que me llevaran tan fácil

— ¿Qué es lo que hacen aquí? — preguntó Stephano a la defensiva.

—Creo que es sencillo, hasta tú lo sabes, Blake— respondió el más alto de ellos.

—Venimos por un paquete, que nos has hecho el favor de cuidar— dijo un vampiro que estaba detrás de nosotros, el cual se miraba intimidante

— ¿Qué es lo que te hace pensar que te lo daré? — arqueó una ceja

—Es sencillo, no los das o mueres— sonrió de manera tenebrosa

—No te daré nada, Piero.

—Has elegido tu opción— Piero atacó a Stephano. Él me mantuvo todo el tiempo detrás de él, mientras luchaba con apareció un ángel caído.

Piero trató de pegarle en la mandíbula a Stephano, pero este los supo esquivar a una velocidad sobre humana. Stephano golpeó en el tórax y mandíbula a Piero.

—Corre— Stephano movió sus labios sin emitir sonido.

Comencé a correr, esquivando a los que venían detrás de mí.

Frente a mí aparecieron unos gemelos. Altos y fuertes, tenían tez demasiado blanca, supuse que eran vampiros. Les lancé una cortina de humo, para distraerlos y salir corriendo hacia la derecha.

Corrí hasta adentrarme en las sombras del puente. Ahí estuve escondida durante unos minutos, hasta que comencé a escuchar pasos hacia donde estaba. En mis manos aparecí un tubo de metal resistente. Le pegué con todas mis fuerzas a quien estaba ahí, pero alguien me tomó por la parte de atrás, tapándome la boca, evitando que gritara. Me cargó en una mala posición hasta donde estaba Stephano y los otros.

—Aquí esta nuestro paquete, Piero.

—Muy bien, Vladimir.

— ¿Qué te pasó Dominic? — le preguntó al chico todo golpeado por mí.

Miré como los gemelos tenían agarrado a Stephano de los brazos, este estaba todo sangrado del rostro e hincado en el suelo

—Argus, Amos, no lo suelten. Este es peligroso.

Vladimir me bajó y me tomó de las muñecas las cuales puso en mi espalda. Piero se fue acercando a mí.

— ¡Qué gusto encontrarnos de nuevo!— apretó fuertemente mis mejillas.

— ¿Qué quieres de mí? — le grité y escupí en el rostro.

—Yo no, él— señaló a unas personas que se dirigían a nosotros.

—Mi señor— hizo una reverencia —aquí esta su encargo.

Al acercarse más pude ver quién era. El hombre que más odiaba en el mundo. Mi padre.

—Padre— las palabras raspaban en mi garganta.

—Es un placer verte después de un siglo, Mary Elizabeth— sonó contento, pero era un excelente mentiroso.

— ¿Qué es lo que quieres? — lo miré fijamente

—Tenerte de vuelta con nosotros— se acercó más—volver a ser una familia— sobreactuó.

—Por favor— bufé —no soy una niña ingenua que cree en tus mentiras—lo miré con odio — ¿Qué es lo que realmente quieres?

—Tú sabes lo que quiero— tomó mis mejillas —Quiero que me des el libro— las apretó

— ¿De qué libro hablas?—lo miré confundida. Sabía de sobra de qué libro hablaba, pero no iba a decirle donde estaba. Se lo había dado a Alyssa para que lo escondiera en su armario, bajo un hechizo que simulaba que era un álbum fotográfico para los demás, sólo lo sabíamos ella y yo.

—Ella no sabe de que están hablando, no recuerda. Ha perdido la memoria—la voz de Stephano sonó débil.

— ¿De qué hablas, Blake? — Piero lo golpeó en el tórax

— ¡Déjalo! — le grité

—Te duele que lastime a tu novio— lo golpeó nuevamente.

— ¡Stephano! — reprimí unas cuantas lágrimas

—Ella no recuerda muchas cosas, cada que desaparecía tomaba la pócima del olvido— su voz sonó aún más débil.

— ¿Cómo sabe quién eres tú o yo?— le preguntó mi padre.

—Poco a poco ha ido recordando, pero no lo hace del todo aún.

En realidad hacía mucho que había recuperado mi memoria por completo, pero Stephano creía que seguían sin recordar algunas cosas.

— ¿Cómo se te ocurrió hacer tal cosa, niñita estúpida? — me pegó una cachetada

—Por algo lo hice, ¿no lo crees? — le dije con odio — ¿Cómo supiste que estaba de regreso en Italia?

—Tengo mis contactos— actuó indiferente

Esperaba que me dijera que Jeremiah le dijo.

—Fue alguien cercano a ti— sonrió —No adivinarás quién fue.

Lo miré inexpresiva.

—Fue tu hermano— sonó orgulloso

— ¿Jeremiah? ¿Cómo supo él?

—No fue él

—Sin él no hubiera sido posible atraparte. Ven hacia acá, hijo— de entre las sombras apareció Gonzalo. Jerome fue quien me traicionó. Tenía sentido su tatuaje.

— ¡Eres un traidor! — le grité

—No lo soy hermanita— hizo énfasis en la palabra hermanita —sólo hice lo necesario, para redimirme esta vez. Para ser el Fiore que papá siempre quiso— sonrió con orgullo.

—Eres un maldito traidor— traté de soltarme, para ir a golpear, pero no pude.

— ¿Qué haremos con ella, jefe? — le preguntó Piero.

—Llévenla a la casa — ordenó

— ¡No!— gritó Stephano mientras me cargaban contra mi voluntad

Unos cuantos ángeles caídos y vampiros siguieron golpeándolo, dejándolo inconsciente.

—Mary Elizabeth— fue lo último que dijo.

¿Qué era lo que había hecho? Esperaba que Stephano pudiera perdonarme.

Colocaron una pañoleta en mi nariz, a los segundos caí en un profundo sueño, perdiéndome de lo pasó.

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora