Capítulo veintiséis

11 2 0
                                    



Era viernes, saldría con Stephano y tenía toda la semana esperando el día.

No le dije a Jeremiah que saldríamos, después de mi última salida, no me pude escapar, para avisarle que era el día perfecto para nuestro plan. Stephano había estado todo el tiempo sobre mí y no había tenido ninguna salida. Esperaba que mi padre estuviera enterado e hiciera algo.

Me miraba por última vez en el espejo, admiraba lo que había logrado en mi arreglo. Llevaba el cabello suelto con unas cuantas ondas. Un vestido que me llegaba a las rodillas, color azul, un poco entallado. Sonreí al verme, me veía bien.

— ¿Estas lista? — me preguntó Stephano al entrar en la habitación.

—Sí— sonreí

Él se veía magnifico en pantalón de vestir que resaltaba su parte trasera y camisa blanca. Su atuendo le sentaba muy bien, se veía más guapo de lo normal.

Lo extrañaría

No llores, no llores, me repetía en la cabeza

Me levanté y le di una sonrisa, él hizo lo mismo. Me dio un tierno beso en los labios, me tomó de la cintura acercándome a él. El beso comenzó a subir de intensidad. Este me decía que me necesitaba, pero no más de lo que yo a él.

—Creo que será mejor que nos vayamos

—Y si nos quedamos aquí en la casa. Tú, yo, nuestra cama, haciendo lo que más nos gusta— dijo de manera pícara

— ¡Stephano! — reí

— ¿Qué? — sonó casi ofendido —Ver películas, ¿que estabas pensando mi hechicera?

—Tú me prometiste salir hoy— coloqué mi mano derecha sobre su rostro

—Tengo un mal presentimiento de todo esto, por eso no quiero salir. Recuerda que cuando se trata de ti, puedo sentir el peligro.

—No pasará nada— lo besé —Vamos, además, no tardé tanto en arreglarme, para nada.

—Está bien. Vámonos— me tomó de la mano.

Salimos juntos de la habitación.

—Espera, le diré a Alyssa que saldremos.

—Está bien, te esperaré abajo.

Vi como él bajaba, me regresé a nuestra recamara. Fui al armario, de él saqué una caja y de ella una carta que le había escrito a él, explicándole todo, se la llevaría a Alyssa, para que se la diera si me llegaba a pasar algo.

Fui a la recamara de Alyssa. Ella estaba recostada en su cama, leyendo un libro

— ¿A dónde vas? — preguntó al verme

—Saldré con Stephano— medio sonreí

— ¿Hoy es el día? — cerró el libro

—Al parecer, pero no le dije nada a Jeremaiah. Sólo espero que ya le haya dicho a papá para que hagan algo hoy.

— ¿Qué es lo que traes en las manos?

—Esto es algo muy importante. Es una carta que quiero que guardes bien.

— ¿Es para Stephano?

—Sí, si me llega a pasar algo quiero que se la des. No quiero que se la entregues en cuanto me vaya, sólo dásela el día que llegué a morir. Porque si tu visión es cierta, moriré.

—Recuerda que tú puedes cambiar tu futuro— se levantó

—Hay muchos pronósticos que me dicen que eso pasará.

—Lucha por mantenerte viva— tomó la carta

—Eso haré— solté una respiración sostenida.

—Te quiero amiga— me abrazó

—Yo también. Tú también lucha por la tuya, cuando llegué el momento— le correspondí el abrazo —Será mejor que me vaya, si no Stephano, no querrá salir.

—Adiós, Mary Elizabeth.

—Adiós, Alyssa.

Salí de su habitación, bajé las escaleras. Ahí estaba recargado en su brazo derecho en el umbral de la puerta principal, miraba hacia la calle, miraba los coches pasar, estaba muy pensativo. La luz de la luna le hizo un gran favor remarcando sus angelicales facciones del rostro.

—Muy bien, Señor Blake, podemos irnos.

Volteó a verme.

—Señora Blake se ve aun más hermosa, bajo los rayos de la luna que entran por la puerta.

—No soy la señora Blake.

—Para mí lo eres. El compromiso fue real— tomó mi mano y la besó

Cuando lo hizo, vino un vago recuerdo de la primera vez. 

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora