Capítulo tres

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Habían pasado varios días desde que salí del hospital. No quería ver a nadie. Stephano me llevó a su departamento, no quería que estuviera sola, menos después de lo que juró Dante y sobre todo por el estado depresivo en el que había entrado, por la muerte de mi abuela.

Estaba en la recámara que Stephano me había dado para que durmiera. En ella estaban todas mis cosas, incluyendo los cuadros que pinté en la escuela que Stephano compró anónimamente. Miraba hacia el techo, esperando una respuesta divina a todo lo que estaba sintiendo. Pero era tiempo de dejar el luto atrás y enfocarme en lo que realmente importaba, regresar a Italia y descubrir quién era el asesino de mi madre.

— ¿Hechicera? —me habló Stephano al entrar a la habitación sacándome de mis pensamientos.

— ¿Sí? — le contesté regresando a la realidad.

—Aly está aquí y quiere verte— se encontraba parado en la puerta, ni siquiera pasó por completo.

—Dile que pase— me senté en la cama.

A los segundos pasó acompañado por ella, había olvidado que estaba en pijama, pero ella me vio en peores condiciones.

—Angie— corrió a abrazarme, lo hizo con fuerza, yo de igual manera.

—Creo que las dejaré solas para que platiquen— Stephano cerró la puerta.

— ¿Cómo has estado? —preguntó al dejar de abrazarme.

—Superando lo de mi abuela, aún no puedo creer que ella está muerta.

—Lo sé, esto es difícil, pero no puedes dejarte vencer, nunca lo has hecho y no puedes hacerlo en estos momentos. Tienes que ser fuerte, ella lo habría querido así.

—Gracias, Alyssa— la abracé fuertemente.

— ¿Te regresarás a Italia? — preguntó dudosa.

—Sí— respondí con firmeza.

— ¿Cuándo te irás?

—No lo sé, no he comprado los boletos, pero será pronto—exhalé— ¿Ya iniciaste la universidad?

—No voy a estudiar aquí— me miró a los ojos,

— ¿En dónde estudiarás?

—Es algo que quería decirte, me voy a Italia contigo.

— ¡QUE! — expresé exaltada —ir a Italia será peligroso, puedes morir.

—No me importa, ya he muerto antes; sé que regresaré— rió, no le encontraba la gracia —sé que se aproximan cosas muy peligrosas, Angie. Lo he visto. Es por eso que estoy aquí— su tono se transformó en uno serio.

— ¿Qué es lo que has visto? — le pregunté preocupada.

—Vi una guerra, entre mundos diferentes. Regresar a Italia es necesario, pero también será peligroso y no quiero que vayas sola— sus ojos mostraban preocupación acerca de su visión.

—Stephano irá conmigo— le comenté para que se calmara.

—Sí, pero esta guerra es entre nuestro mundo y el de ellos.

— ¿Por qué?

—No lo sé. Sólo sé que están en busca de un libro que los ayudará a ellos, dicen que tú lo tienes escondido.

— ¿Un libro que yo tengo escondido? Por favor, ni siquiera sé donde traspasé mis poderes.

—Eso lo sé, pero también sé que pronto lo descubrirás.

Después que Aly se fuera, me quedé pensando en lo que me había dicho, era la responsable de la guerra, todo por un libro que dudaba que tuviera en mi poder. Ni siquiera lo recordaba. Ahora que ya tenía memoria de casi todo, en mí existían dos nuevas interrogantes, la ubicación de ese libro y de mis poderes.

Coloqué mi cabeza en la almohada y caí profundamente dormida.

Estaba en mi recamara. Era mi habitación de Florencia, pude reconocerla por lo que había en ella, y también por cómo estaba vestida. Sostenía en mis manos un collar, que ya había visto antes, era el que estaba en la caja donde tenía mi diario. Jugaba un poco con él. Tocaron a mi puerta.

­—Pase— dije

—Hola— expresó mi madre al entrar, traía algo en las manos, al parecer era una especie de libro.

— ¿Qué es lo que traes en las manos? — coloqué mi collar sobre la mesa de noche que había a un lado de mi cama.

—Es sólo un libro— se sentó sobre mi cama

— ¿De qué trata?

—Es un libro que quiero que tengas, pero no debes decirle a nadie que lo tienes.

— ¿Por qué?

—Sería peligroso si alguien sabe que lo tienes. Prométeme que no le dirás a nadie, ni a tu padre, ni a tus hermanos. Mucho menos a Stephano, a él menos que a nadie ¿me entendiste?

Se acercó más a mí.

— ¿Qué es lo que contiene ese libro, mamá? — me estaba asustando

—Es algo que no conviene que sepan que lo tenemos, este libro en manos equivocadas, sería el fin del mundo como lo conocemos. Mary Elizabeth, en este mundo no todas las personas son buenas, hay quienes matarían por este libro y no les importará quien eres. Debes de tener mucho cuidado.

—Está bien, mamá— fingí una sonrisa.

Ella me dio el libro, lo sostenía entre mis manos, era pesado, con una pasta gruesa, color negro y no tenía ningún título. Sabía que ese libro me traería problemas; también sentía un raro presentimiento sobre él.

Desperté desesperada, era cierto lo que dijo Aly, yo tenía ese libro, pero dónde estaba, dónde lo habré escondido.

Necesitaba recordar donde traspasé mis poderes, teniéndolos de nuevo estaba más que segura que recordaría todo lo demás. 

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora