Oscura Noche

Capítulo veinticuatro

Aparecí en el cuarto de Alyssa, pero ella no estaba ahí, supuse que debió de ir al baño o la cocina. Comenzaron a escucharse unos pasos a la recámara, supuse que era ella. Al abrir la puerta me di cuenta que estaba equivocada, era Jerome. Me encontró parada en medio de la habitación.

— ¿Te sientes bien, Mary Elizabeth? — me miró de manera extraña. Se quedó parado en el umbral de la puerta.

—Sí, ¿por qué preguntas? — traté de parecer relajada

—Estás parada en medio de la habitación y te ves un poco confundida.

Siguió mirándome extraño, al parecer sospechaba algo.

— ¿Sabes dónde está Alyssa?

—Se supone que estaba contigo

—Me quedé dormida y cuando desperté ya no estaba— mentí.

—La verdad no sé donde esta— me miró fijamente.

Estaba completamente segura de que él sospechaba.

Detrás de él vi a Alyssa tratando de entrar a su recámara.

—Vaya, ya despertaste— entró a la habitación.

—Te dije que estaba dormida aquí.

—Como sea— se fue de la habitación.

— ¿Qué es lo que pasa? — le pregunté cuando ella cerró la puerta.

—Jerome se alarmó cuando no te vio por ningún lado, le dije que estábamos en mi cuarto y te quedaste dormida. Pero veo que mi argumento no lo convenció del todo, ya que vino a ver si era verdad.

—Eso vi y en realidad creo que sospecha, ya que me miró de una manera muy extraña.

— ¿Cómo te fue con Jeremiah? — sus ojos siempre se iluminaban cuando decía su nombre.

—Bien, pero...

—Aquí viene un pero— me interrumpió —Algo tienes en mente

Respire profundo.

—Sí— solté la respiración

— ¿Qué es? — caminó hasta la cama y se sentó sobre ella, yo hice lo mismo.

—Irme a vivir de nuevo a casa de mi papá— respondí no muy convencida

—Estás loca, ni siquiera sabe que estas aquí— se levantó de golpe.

—Sí, pero le dije a Jeremiah que le dijera a papá que había visto a Stephano aquí en Florencia, entonces lo mandará seguir, hasta saber si estoy yo aquí.

— ¿Para qué quieres regresar a esa casa? — comenzó a caminar al pie de la cama.

—Quiero vigilar a mi papá. Jeremiah me dijo que en casa siempre hay vampiros y ángeles caídos, eso fue lo que me llamó la atención— me acosté sobre la cama y a los segundos me senté de nuevo— ¿Qué hacen ángeles caídos en casa? A menos que estén ideando algo juntos. Por algo sentía que no debía de confiar en ellos.

—Tienes que decirle a Stephano— se sentó junto a mí.

—Alyssa, sin ofender, pero todo quieres que le diga a él. Ahorita no podemos confiar en él.

—Por favor Mary Elizabeth, él te ama, ¿en realidad crees que haría algo para ponerte en peligro?

—Ya no sé ni que creer— expresé con pocos ánimos.

— ¿Sí te das cuenta de lo que esto conlleva, no es así?

—Sí, pero no tengo otra opción.

—Si no piensas decirle, ¿qué harás con él? — tomó mis manos —Él no dejará que te lleven tan fácil.

—Tengo que convencerlo que todo esto se terminó— mi voz sonó triste.

— ¿Cómo lo harás?

—No lo sé; algo idearé para lograrlo.

—No sé qué decirte, tengo un mal presentimiento sobre esto

—No te preocupes, confío en que saldrá bien. — sonreí —Oye no todo son malas noticias— casi olvidé que Jeremiah quería verla.

— ¿A qué te refieres? — reaccionó confundida.

—Jeremiah, quiere verte— ahora yo tomé sus manos

— ¡QUÉ! — gritó sorprendida se levantó de la cama

—Sí, él siempre te ha amado y no ha renunciado a tu amor y ahora que has regresado quiere verte— al igual que ella estaba emocionada.

—Pero, yo ya no soy la misma— noté preocupación en su voz.

—En cuerpo no, pero si en alma— sonreí

—Has perdido la cabeza, yo no puedo verlo— comenzó a caminar por la habitación

—Por favor Alyssa, si tú también siempre lo has amado, ¿por qué pones excusas ahora? — la miré con ternura.

—Porque estamos por iniciar una guerra— alzó la voz, para después bajarla —Además, ya no soy la misma, ¿qué tal si no le gusto ahora?— las últimas siete palabras las pronunció con muy poca seguridad. No era la Alyssa segura que conocía.

—Él te amará así como eres ahora.

—No— actuó renuente —además...

— ¿Sabes que creo? — la interrumpí

— ¿Qué? — preguntó a regañadientes

—Tienes miedo— reí

—En realidad sí— no dudó en decir su respuesta —no quiero verlo porque tengo miedo a enamorarme más de él— se sentó de nuevo en la cama y puso las manos en su cara.

—Eso no tiene nada de malo— le toqué el hombro en señal de apoyo.

—Sí, lo es. Esto es peligroso, además me prometí no verlo si venia para acá

—Sé que quieres verlo; es lo que más quieres— insistí

—No lo veré— seguía firme en su posición

—Es una lástima, porque no me importa si lo quieres ver a o no, tú tienes una cita con él esta noche.

— ¡¿Qué?! — abrió los ojos como platos

—Sí, y ya deja de gritar sorprendida, si esto sabías que pasaría

—En realidad no, sabes que no puedo ver mi propio futuro— se recostó sobre la cama —Puedo ver el de los demás y si yo aparezco en ellos, pero no el mío.

—Lo sé. No me importa lo que pienses, tienes una cita con mi hermano en una hora, así que alístate, que debo aparecerte en el lugar indicado a esa hora exacta.

—Está bien, me alistaré— expresó entre dientes al levantarse.