Capítulo uno

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Desperté, lo primero que pude ver fue a Stephano, su semblante en el rostro me mostraba su preocupación. Estaba en una habitación blanca, traía puesta una bata del mismo color. Escuchaba un sonido raro, una especie de pitido. Al recuperar la totalidad de mi visión, pude ver que estaba en un cuarto de hospital.

-Angie, has despertado mi hechicera- se encontraba sentado a un lado de mí, entusiasmado, tomó una de mis mejillas con su mano, comenzando a acariciarla.

-Ya no seré más Angie, mi nombre es Mary Elizabeth y a partir de hoy, así me llamaran- mi tono fue demandante.

Él dejo de acariciar mi mejilla y se paró. Comenzó a caminar por la habitación.

- ¿Te pasa algo, Stephano? - le pregunté ante su repentina acción.

-No- respondió de manera seca. Pero sabía que me estaba mintiendo.

-Sé que estás mintiendo

- ¿Ya recuerdas todo, no es así? -no me miró

-Sí, ya recordé lo más importante. La razón de por qué huí de Italia.

- ¿Me gustaría saber cuál fue esa razón? -preguntó, cuando en realidad sabía cuál era esa razón.

-En realidad no creo que quieras saber, porque tú la conoces-él sólo caminaba por el cuarto.

- ¿De qué me estás hablando, Angie? - se pasó una mano por el cabello.

-Mary Elizabeth, Stephano. Cuando al fin puedes llamarme así, me dices Angie- estaba un poco molesta por su actitud.

-Me acostumbré a decirte Angie, además es por tu nombre, Ángela. Yo soy tu ángel guardián, pero tú te convertiste en el mío. No solamente eres mi hechicera, si no también eres mi ángel- Se detuvo y recargó al pie de la cama, me miraba fijamente.

-Stephano, yo...- no encontraba las palabras indicadas para responderle.

-No digas nada. Estuve muy preocupado por ti, pasaron semanas para qué despertaras- sonó un poco más tranquilo.

- ¡Qué! - era imposible.

-Sí- se acercó -Hoy es 1 de agosto de 1994.

Me quedé callada mirándolo, era imposible, había estado inconsciente por lo menos un mes; para mí fueron sólo unos minutos.

-Estaba muy preocupado; fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que te quiero, porque no sería nada sin ti. Me di cuenta que jamás había necesitado de una persona, de la manera en la que te preciso- Se sentó de nuevo a mi lado, tomó mis manos, las apretó con fuerza. Era como si ocupara asegurarse que estaba despierta y que no era una alucinación por parte de una esperanza que tanto anhelaba-Te amo- expresó seguido de lo que parecía una sonrisa.

-Lo sé, yo también te amo- sonreí -pero ni creas que se me ha olvidado que tú sabes la razón del por qué huí de Italia- lo reprimí.

-No sé que de hablas- se hizo el desentendido.

-Por favor Stephano, te vi a un lado del cuerpo de mi madre y si bien, sé que tú no fuiste, sé que ella algo de te dijo y quiero que me digas qué fue - exhalé exasperada

-Encuéntrala- indicó mirándome a los ojos sin expresión alguna.

- ¿Qué es lo que..?. -Pero él me interrumpió.

-Encuéntrala-repitió

- ¿Encuéntrala? - pregunté confundida.

-Sí, eso fue lo que me dijo. Al principio no sabía muy bien a lo que se refería, pero después supe por qué lo dijo- miró hacia un punto fijo en el horizonte, como si recordara ese momento.

- ¿Mi madre te encargó que me encontraras? - le pregunté, él regresó a la realidad.

-Sí- asintió -tu madre confiaba en mí y me encargó protegerte- acarició mi mejilla.

- ¿Protegerme de qué? - le pregunté ansiosa en saber su respuesta.

-Creo que tú sabes de quien- me miró fijamente y como si me transmitiera telepáticamente su respuesta le dije mis sospechosos.

- ¿De Dante?

-No solamente de él

- ¿De mi padre?

-Sí. Creo que tu madre sabía el secreto que oculta tu padre y quería que te alejaras de él por un tiempo.

-Es por eso que me dijo que huyera de Italia- analicé todo lo que había escuchado.

-Imagino que esa es una de las razones.

- ¿Una de las razones? - le pregunté dudosa - ¿y cuáles son las otras? - necesitaba saber más.

-Esas creo que tú las sabes y si no las encontrarás, porque creo que has recordado tu misión- se paró

- ¿Cómo sabes acerca de ella? - le pregunté sorprendida.

-Mary Elizabeth, es lógico- se recargó de nuevo al pie de la cama-si yo hubiera tenido madre, también hubiera investigado quien la mató.

Y no solamente investigaría quien la mató, también vengaría su muerte. Pero era algo que no podía decirle a Stephano, no en este momento.

-Creo que será mejor que me vaya- frunció el entrecejo.

- ¿Por qué?

-El médico viene en camino, te querrá revisar y a mí me sacará- sonrió

-No me importa quien venga tengo muchas preguntas que hacerte- le grité.

Un señor de unos cuarenta años, con bata blanca, cabello con algunas canas y unas ojeras bastante notorias entró a la habitación. Stephano volteó y con la mirada me dijo, te lo dije.

-Joven creo que me... - pero él lo interrumpió

-No se preocupe Doctor Hernández, ya me iba- caminó hacia la puerta de salida.

-No te vayas- le dije cuando él estaba tomando la perilla de la puerta, él iba a decirme algo. pero no lo dijo, sólo se limitó a salir de la habitación.

-No te preocupes Angie, él regresará en unos minutos- sonrió

Stephano se fue, dejándome sola con el Doctor. Aún tenía muchas preguntas que hacerle, pero él sólo se fue.

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora