Capítulo cuatro

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Sentía como unas frías manos acariciaban mi mejilla con ternura

—Hechicera, hechicera, despierta— era Stephano.

No quería despertar, quería seguir durmiendo; no había tenido una buena noche.

— ¿Qué quieres Stephano?— le pregunté al tomar mi almohada y ponerla sobre mi cabeza.

—Tengo que salir ¿está bien? — no podía verlo porque tenía una almohada sobre mi cabeza, pero supuse que me miraba con ternura, por el tono de voz que usó.

—Sí— respondí sin ánimo.

—Regreso en unas horas.

Sin decir nada más salió de la habitación. Tomé el teléfono y le marqué a Alyssa.

—Angie ¿te pasa algo?

—No, sólo que he tomado una decisión.

— ¿Cuál?

—Me voy a Italia.

— ¿Cuándo te vas?

—Dentro de unas horas. Tomaré el primer avión que encuentre y de ahí uno que me lleve a Italia— estaba decidida.

— ¿Se van juntos Stephano y tú?

—No, él no sabe nada

— ¿Vas a huir de nuevo?

—No estoy huyendo, pero necesito regresar. Tengo un presentimiento, Aly. Siento que si recupero mis poderes sabré donde está el dichoso libro y sólo en Italia podré recordar las dos cosas.

—No cometas una locura, voy para allá.

—Nada que me digas me hará cambiar de opinión.

— Tuve una visión anoche y es importante.

— ¿Qué? — esa noticia me tomó por sorpresa

—Sólo no te vayas— por su tono de voz supe que era algo grave.

—Está bien— colgué

Tomé la primera muda de ropa que encontré en el cajón de la cómoda y me metí a bañar.

Pasados los 40 minutos llegó a Alyssa. Estaba haciendo mi maleta cuando ella apareció en el departamento.

— ¿Qué bueno que todavía estas aquí? — me abrazó cuando le abrí la puerta.

— ¿Cuál fue tu visión? — le pregunté al cerrarla

Ella se quedó callada.

—Alyssa, habla, me estas preocupando— caminé hacia la que era mi recamara, ella me siguió.

—No es nada malo, al contrario es bueno—contestó entrando a la habitación.

— ¿Qué es?

—Pronto recuperaras tus poderes— doblaba mis pantalones y blusas para meterlos a la maleta.

— ¿Cuándo?

—En unos días

— ¿Qué es lo que viste en tu visión?

—Te vi a ti en una fiesta con Stephano bailando y vi que hiciste algo con tu mano, entonces, una especie de brillo apareció en ella. Nadie lo vio, excepto yo. Pienso que será en la fiesta de Carlo.

— ¿Carlo hará una fiesta?

—Angie, en una semana es su cumpleaños.

—Ya no sé ni siquiera en que día vivo— me senté sobre la cama.

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