Capítulo cuarenta

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Me encontraba parada detrás de unos árboles. Desde donde estaba, podía ver una versión joven de mi madre, podría jurar que tenía mi edad. Era muy parecida a mí. Miraba el recuerdo desde la perspectiva de Sartore. Ella platicaba con una muchacha a la cual desconocía. Cuando se fue, me acerqué a Regina y "accidentalmente" choqué con ella. Sonrió, era maravilloso verla sonreír de nuevo.

Todo se volvió negro. Pasé a un nuevo recuerdo. Esta vez, traía en la mano una rosa blanca. Llegué a una banca, ahí estaba ella, me acerqué. Con mi mano derecha le tapé los ojos y con la izquierda le tendí frente a ella la rosa.

—Sé que eres tú, Luciano.

Ella sonrió al ver la rosa.

—Una rosa blanca, para una bella dama— le di un beso en la mejilla y me senté junto a ella

— ¿Por qué una rosa blanca? — preguntó al olerla.

—Porque tiene un significado muy lindo. Significa lealtad. Yo te pertenezco— sonreí— cuando una pareja que se regala este tipo de rosas se demuestran que esperan un futuro sólido juntos— le tomé el rostro, ella reaccionó ante el contacto —Eres mi razón de estar aquí y lo mejor que me pudo haber pasado, Regina.

Nuevamente todo se tornó negro. Estábamos en una sala de estar la cual no reconocía, seguramente era la casa de Sartore. Mi madre estaba llorando sentada en unos de los sillones color caoba. Las paredes eran de color crema, tenía cuadros de paisajes de algunos lugares del mundo, la habitación tenía mucha luminosidad. Me senté a un lado de ella, le di un pañuelo que traía, ella lo tomó y se secó las lágrimas. No me gustaba verla llorar y al parecer a él tampoco, porque podía sentirlo.

— ¿Qué es lo que te pasa, Regina? — la tomé de las manos.

—Mi padre ya fijó la fecha de la boda con Cyrano— su voz sonó triste

—Eso no puede ser posible— noté enojo en mi voz, me levanté y comencé a mover las manos en señal de desaprobación.

—No voy a permitir que eso pase, algo tenemos que planear— expresé decidida.

En el rostro de mi madre se dibujó lo que parecía ser un intento de sonrisa.

Todo volvió a ser oscuro y pasé a un nuevo recuerdo.

Estaba en los calabozos de la casa en la cual pasé mi ni niñez. Eran más deprimente de lo que recordaba, estaba oscuro y húmedo. Sólo veía como me golpeaban, pero no sentía nada en absoluto.

—Así que pensabas huir con la prometida del joven Fiore— me tomaron del cuello con fuerza —Déjame decirte algo, eso no podrá ser. En estos momentos ella se está casando con él— el hombre me golpeó fuertemente en la mandíbula.

Vi mi reflejo en el agua, pero no era yo, sino, Sartore, ya que estaba en su recuerdo y lo veía todo desde su perspectiva.

—Eso no es cierto— escupí sangre

—Lamento decepcionarte, pero como lo escuchas, en estos momentos, el amor de tu vida se está casando con otro— rió

Con una fuerza sobrenatural rompí las cadenas que me tenía aprisionado. Lo tomé del cuello, lo apretaba con fuerza.

—Dile al joven Fiore que no podrá deshacerse de mi tan fácilmente—le dije al oído— regresaré— lo solté con odio.

Todo volvió a ser oscuro. Ahora miraba a una mujer con jugar con dos niños en un jardín. Era mi madre, ella se acercó a los arboles dónde me encontraba.

Al verme no podía creerlo. Lágrimas comenzaron a rodar por su mejilla.

—Hola, Regina— sonreí

Oscura NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora