𝐞𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐨

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El sol brilla en lo alto, el cielo está completamente despejado y las aves cantan una alegre melodía.

Y no hay cosa que Shino Aburame odie más en esos momentos.

Cinco años habían pasado, él ya tenía catorce, pero nunca dejó de sentirse como el primer día sin su hermana mayor.

Muchas cosas mejoraron, otras no tanto. Pero él seguía allí, en las ruinas de lo que fue el recinto Uchiha y que ahora era más un cementerio de dulces sueños y almas extraviadas.

Él seguía allí, extrañando como nunca a su hermana y abrazándose a la idea de que al menos encontró su paz.

Porque abrazarse al vacío le brindaba una momentánea tranquilidad, pero era como aferrarse al aleteo de una mariposa.

Su paz, y la sola palabra le hacía soltar un resoplido, luego de la muerte de Seina, la palabra 'paz' no fue más que una ilusión. Shisui le había seguido poco después, según varias fuentes se había suicidado debido a la presión del clan, aquello calmó tanto las manifestaciones contra los Uchiha, como el espíritu bélico del clan.

Pero fue un alivio temporal, poco después volvieron a alzarse ambos lados de la revuelta y aunque no se quería llegar a medidas desesperadas, ocurrió la masacre del clan a manos de Itachi Uchiha, el mejor amigo de Shisui y un amigo cercano de su hermana.

El clan Uchiha quedó con solo dos sobrevivientes, Itachi y su hermano menor.

Shino mentiría si dijera que no odiaba a Itachi por haber asesinado a Shiori y Taiyō también. Pero había asesinado a sus propios padres, ¿qué lo detenía de hacer lo mismo con su segunda familia?

Él seguía allí, yendo al menos una vez por semana para visitar la tumba de su hermana y, dependiendo de su estado de ánimo, gritarle por haberlo abandonado, exigirle respuestas respecto a su familia o incluso maldecirla mentalmente por todo lo que le hizo pasar. También le hablaba de su día, hasta le decía lo mucho que la odiaba a veces para después arrepentirse y pedir perdón al día siguiente.

Porque muchas veces era un manojo de llanto contenido, porque su rostro no tenía más que una expresión estoica pese a estar sintiendo cada emoción arrastrándose bajo su piel.

Porque siempre fue un niño tranquilo, porque él siempre entendía.

Dirigió su mirada a la tumba vecina, una vacía, pero con dueño. Al menos Shisui Uchiha le hacía compañía a Seina donde quiera que estuvieran.

Y Shino tembló una vez más por el sol, también por las gotas de agua salada deslizándose por sus mejillas sin ser llamadas. Ese era tal vez uno de los días malos.

De esos en los que su personalidad tranquila tenía variaciones de melancolía, de esos en los que se sentía tan solo que ir a gritarle a la tumba de su hermana sonaba como el mejor de los planes.

Porque eso hacía ahora, porque gritaba aunque usara su tono normal, porque no era capaz de alzar la voz siquiera.

—Shino-kun... —Una suave voz pronunció su nombre, pero no se sobresaltó al reconocerla.

Era Yumiko Nara, su amiga de la infancia quien se veía vacilante, nunca le había gustado ver a la gente llorar.

Alguien muy cálida. Aunque algo rara a veces.

La miró a los ojos como si ella pudiera leer su mente, aunque así parecía de vez en cuando. Yumiko se acercó despacio, como si él fuera un insecto asustadizo y se quedó a su lado, mirando esta vez la tumba de Seina.

—A veces solo quiero retroceder en el tiempo —murmuró una de las frases más largas que había dicho últimamente, pero la que más rondaba su mente de igual forma.

Y Yumiko apretó sus labios en una línea.

Adoraba hacer felices a sus amigos, más cuando era Shino de quien se trataba, pero aquel pedido sonaba imposible.

Porque viajar en el tiempo no le iba a brindar paz, porque cambiar el pasado era jugar con posibilidades.

Pero por descabellado que fuera, si se pudiera viajar en el tiempo y ella supiera, Shino sería la primera persona a la que le contaría.

Pero mientras eso no pasara, seguiría contemplando la tumba de Seina Aburame junto a la de Shisui Uchiha y a los tantōs que les pertenecieron clavados en la tierra, con la empuñadura del Uchiha pintada de carmín y un bonito grabado asemejado a las olas del mar y con la empuñadura de la Aburame color zafiro con el grabado de un hermoso sol.

Porque el dulce sueño fue el demoledor amor de un mes, fue aquella tranquilidad en la muerte, fue la ciega esperanza y aquellas charlas nocturnas que les impidieron dormir profundamente.

Fue el jardín ardiendo, fue aquel libro de cursi dedicatoria y fue aquella noche en un pueblo desconocido cuando la tranquilidad los envolvió y sus sentimientos salieron a flote sin ansiedad.

Y sobre todo, el dulce sueño fue el amor que se tuvieron hasta el final.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora