𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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Si de amor se viviera, Seina y Nao hubieran sido inmortales por todo el amor que les guardaba Shisui.

Si de amor se viviera, Seina estaría feliz viviendo una larga vida junto a Shisui.

Si de amor se viviera, no tendrían que aferrarse a los momentos sueltos en sus memorias y a las estrellas fugaces de lo que fue su amor.

Porque si de amor se viviera, Shisui no sentiría su mundo hecho pedazos y su corazón siendo estrujado mientras sujetaba la mano de Seina.

Lo peor era que siquiera podía tomarla de forma directa, no, tenía que usar un guante especial para poder hacerlo y aunque estaban tan cerca, Shisui nunca la había sentido tan lejana, siquiera en el tiempo que la conoció.

Estaban solos en la habitación de Seina, en el que fue su lugar seguro y de donde no quería irse. Con Seina usando el suéter que Shisui le prometió y con el Uchiha releyendo aquel libro hasta que se grabara en su memoria porque no se iba a permitir llegar a olvidar algún detalle.

Pero siendo honesto, Shisui leía para tragarse las ganas de llorar, así como Seina miraba el techo para tener la mente en blanco y no pensar en el dolor que estaba sintiendo.

No hacían falta palabras, ya estaba todo dicho y Seina ya no tenía arrepentimientos; pudo ver a Shino a los ojos y despedirse a su manera sin pensar en Mushiro, pudo decirle a Jin que fue la mejor amiga que tuvo, pudo agradecerles a los padres de Shisui por hacerla parte de su familia y pudo hablar con Shibi y aunque no se lo dijo, lo pudo perdonar por haberla dejado.

Pudo agradecer a las personas que la acompañaron, pudo sentir la calidez de un hogar.

Y pudo amar a Shisui. Se dejó amar por él también.

Y tal vez ahí estaba su poder, en haber hecho lo posible por vivir, pero a final de cuentas aceptar que no lo iba a hacer.

Porque era extraño, había días fáciles y otros sumamente complicados. Hoy era uno de los primeros y lo agradecía, podía irse sin temor, con la certeza de que todo estaría bien.

Iba a caer en un sueño, uno dulce por lo que fueron sus últimos días y aunque el dolor de su cuerpo no hiciera más que aumentar, había cierto aire familiar que la arrulló para tranquilizarse.

No quería morir, pero había hecho lo posible por no hacerlo y no dio resultado. No se aferraba a la ansiedad porque a pesar de todo, eso era lo que había querido en algún punto y la sensación tan contradictoria la hizo suspirar.

No quería morir, pero lo iba a hacer.

No quería dejar a Shino y Shisui, pero lo iba a hacer.

Quería prolongar la felicidad que había conocido y ver qué le deparaba el futuro, pero eso no lo iba a poder hacer.

—Todo va a estar bien —murmuró. Shisui inmediatamente giró su cabeza para verla. Seina le daba una suave sonrisa con sus ojos llenos de lágrimas—. ¿Verdad?

A Shisui le temblaron los labios, pero asintió con una brillante sonrisa que no dejó ver sus dientes.

En realidad no lo sabía, pero quería pensar que sí lo estaría.

No sabía qué iba a pasar al día siguiente, ni la semana después, si iba a estar bien o si se dejaba llevar por el demoledor sentimiento de pérdida.

Porque Shisui también necesitaba aferrarse a algo, y Seina lo iba a dejar con todo el amor que no le pudo entregar en sus manos. No se lo iba a dar a nadie más y la revelación de que probablemente no iba a llegar a amar a nadie con esa intensidad y calma en lo que quedara de su vida lo hizo sollozar.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora