𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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«Reunión familiar»

La brisa era perfecta para un día caluroso, y entraba perfectamente desde la ventana abierta en la habitación de Shisui.

El cuarto de Seina también tenía una ventana, pero daba al jardín de la casa y en realidad no circulaba mucho aire, pero como el de Shisui estaba en el segundo piso y daba hacia la calle, sí lo hacía.

Era caluroso para estar en pleno diciembre.

Los dos estaban tirados en la cama y mirando hacia el techo con una expresión de aburrimiento total. Nada cruzaba sus mentes, solo estaban juntos esperando que volviera el clima frío para salir a la nieve. Seina se tiró de la cama al frío del suelo y Shisui la siguió poco después, dándole una sonrisa divertida y de comprensión.

Seina ya no toleraba el calor, con la temperatura así, sentía que su sangre hacía ebullición, más que nada por la forma en que sus insectos se arrastraban y se multiplicaban una y otra vez.

Y era lo que siempre hacían, pero ahora lo sentía y esa era la diferencia. Los podía sentir caminando por su cuerpo, dejándole un cosquilleo desagradable, incluso los podía oír cuando estaban desesperados al no hallar la forma de salvar a su portadora.

Y eso incrementaba su apareamiento, ellos querían sobrevivir a toda costa.

—Invades mi espacio personal —murmuró Seina, demasiado cansada para girarse a mirarlo, pero sabía que tenía la sonrisa de siempre.

Sabía que era el de siempre, con ese brillo inquebrantable y con esa aura de comprensión hacia ella que casi la hace llorar muchas veces.

Era el de siempre, pero también podía ver los rastros de lágrimas cuando se veían en las mañanas, porque Shisui también lloraba en las noches debido al estrés, también por el temor a perderla mientras dormía, a dejar a Seina en la madrugada y tener que hallarla en un sueño eterno al despertar.

—Es que me gusta tu espacio personal —Se justificó, Seina soltó una risita, por alguna razón ya se esperaba esa respuesta.

Se quedaron un rato más así, y la cercanía ya no ponía a Seina tan ansiosa y en realidad muchas veces se preguntaba si Shisui alguna vez se sentía así al estar prácticamente pegados todo el día.

Ahora ella bufaba porque parecían garrapatas y pensar que antes la sola idea le hacía doler el estómago.

Y no sabía qué nombre ponerle a su relación, porque sus sentimientos eran mutuos y definitivamente Seina no dejaba que nadie se le acercara como Shisui lo hacía y viceversa, pero lo que tenían lo era todo, o tal vez nada. Y lo entendía, ella podría morir y no quería atarlo, pero las inseguridades la atacaban al notar a las parejas del recinto Uchiha siendo tan cómplices y cariñosas entre ellas.

Y la cursilería no le agradaba del todo, ¿pero estaba mal querer eso para ellos? Así fuera un poco, así fuera más que un abrazo y besos en la frente. Porque Shisui le podía decir que la amaba y demostrarlo mil veces, pero a veces no se sentía así y se odiaba por dudar de él.

No quería ese vacío, mucho menos depender de algo sin nombre o llegar a aferrarse a ese amor y hacerse daño a ella o a Shisui. Podría ser contradictorio, nunca se consideró el tipo de persona que estaría en una relación, mucho menos con lo que fueron sus ejemplos mientras crecía, pero viendo a Taiyō y Shiori, incluso a Itachi e Izumi y los demás con quienes convivía a diario, era lo que quería.

¿Pero lo querría Shisui también?

Porque no le podía ofrecer llegar juntos a la vejez como los ancianos que le contaban su historia de amor una y otra vez, no le podía prometer que sería para siempre y mucho menos decirle que no iba a doler cuando se fuera.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora