𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚

𝐨𝐧𝐜𝐞

«Shisui Uchiha también es humano»

—Shinobu... Yo te amo, ¿por qué me quieres dejar ahora? ¡Si ya teníamos nuestras vidas planeadas! —Shinsō no paraba de pedir explicaciones entre lamentos.

Explicaciones que la mujer frente a él estaba harta de dar a cada instante.

—Shinsō... No puedo seguir amando a alguien que no es capaz de hacerle frente a su padre, aunque sea por su bien... No eres capaz de tener carácter, Shinsō y eso nos estaba destruyendo a ambos —murmuró Shinobu Aburame, con una mirada seria y sin desviarla del contrario.

Por supuesto que le dolía, amaba demasiado al Shimura después de todo; pero se amaba más a sí misma y sabía que, tarde o temprano, la poca autoestima de Shinsō alcanzaría para mal al producto de su amor, a su pequeña Seina; y es que no era ese el principal problema, sino lo manipulable que su ahora exesposo era.

Estuvo a punto de dejar que Danzō se llevara a Seina con él.

—¿No soy lo suficientemente bueno? —soltó una risita sin gracia, limpiando bruscamente sus lágrimas y tratando de no empañar su vista nuevamente al mirarla—. Se suponía que estábamos mejorando juntos.

Shinobu suspiró de forma arrepentida. Por supuesto que en el pasado le prometió eso a Shinsō, pero fue mucho antes de entender bastantes cosas; ella no era quien para cambiar al Shimura, menos cuando él no ponía de su parte y todo lo que daba eran excusas.

—Eres alguien espectacular y de eso no hay duda, pero no puedo ser tu terapeuta; era tu esposa, no tu centro de rehabilitación, Shinsō —declaró firmemente, ante la atónita mirada de su expareja.

El de cabello negro apartó la vista, algo intimidado.

—¿Qué pasará con Seina? —Se atrevió a preguntar en un murmullo que parecía ser arrastrado por el viento.

—No puedo negarte el derecho a verla, eres su padre después de todo... Pero por el momento, lo mejor sería si no te involucras, al menos hasta que Danzō la olvide —Y con esto dicho, la mujer de cabello opaco se alejó, dejando atrás al hombre, que, entre sollozos, veía alejarse a la persona que amaba más que a su propia vida.

Y Shinobu también quería llorar, pues sentía arder su corazón al haberlo dejado allí, una parte de ella le rogaba que volviese, que lo consolara y le dijera que sin importar qué, seguiría a su lado; pero luchaba contra ese impulso, porque no era sano y lo sabía, era consciente de merecer más que las migajas de un amor dependiente.

Porque esa era la realidad, Shinsō era dependiente de ella y, poco a poco, arrastraba a Shinobu a ese vicio, para que dependiera de él.

Y no podían solo culpar a Danzō, pues este solo complicó las cosas, pero no terminó por echarlas a la borda.

Porque ahora exigía criar a su nieta en la raíz, para convertirla en una kunoichi capaz de todo para cumplir sus objetivos.

El mayor de los Shimura era consciente de su edad, de que, aunque quisiera ser inmortal, era algo prácticamente imposible. Por eso buscaba pasar sus conocimientos, habilidades y metas a su nieta, hacer de ella la máquina perfecta para cada nación.