𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

210 28 4
                                    

«Consejos no pedidos»

Poco o nada había sacado de la conversación con Shibi, el hombre solo respondía con monosílabos y además de algunas frases como: "tu madre era muy buena", "Shinobu era la mejor", o "ella hubiera deseado poder estar con ustedes, todo sería distinto". Lo único de provecho fue el nombre del padre de Shino, se llamaba Mushiro.

Shibi no le dijo qué fue de él, aunque probablemente tampoco lo sabía.

No pudo sacarle información tampoco, pues estaba tan incómoda que apenas dio la hora, se fue a recoger a Shino de la academia. Incluso no le importaba tener que cruzarse con niños si eso significaba dejar de ver el rostro apático de Shibi.

Aún conservaba la fotografía en su bolsillo, tanteándola de vez en cuando para asegurarse de que seguía allí; Shino se percató con una sola mirada de aquel papel sobresaliendo en las vestiduras de su hermana mayor.

Shino era muy perceptivo para su propio bien, también muy listo para su edad; Seina estaba segura de que, si hablara un poco más o no lo asociaran con ella, ya se habría graduado. Lo que había pasado con los aldeanos desaparecidos siquiera era reciente, pero todavía se le quedaban viendo cuando iba a recoger a Shino o a hacer las compras de la semana, juzgándola con la mirada y murmurando entre las paredes, porque no eran capaces de verle a la cara, como si fuera únicamente su culpa, porque ni a Niru, Jin o Shisui los miraban o miraron de ese modo.

—¿Cuándo volverá Torune? —La pregunta tomó por sorpresa a Seina, quien miró a todos lados, asegurándose de que nadie escuchara.

—Sabes que no podemos hablar hasta llegar a casa, parásito —Lo regañó.

Era una regla no dicha, pero Seina odiaba hablar cuando no sabía quién podía escucharla, así que en el camino a casa eran pocas las veces que hablaban, más sobre Torune por estar relacionado con Raíz.

Shino era pequeño y no sabía sobre el peligro de nombrarla, pero estaba segura de que aquello no le importaría a Danzo o Shinso.

Y un pensamiento cruzó su mente, si ella no tenía el sello de Raíz, ¿por qué debía fidelidad a dicha organización? Podía ir con el Hokage y contarle sobre todo lo que sabía si le daba la gana. Podía hacerlo y no volver a saber sobre su padre y abuelo, podría tener calma.

Y en verdad quería, pero al mismo tiempo se sentía enferma por, valga la redundancia, sentir que los estaba traicionando de alguna forma. No había peor cosa que compartir sangre con ellos.

A veces quería deshacerse de todos los sentimientos que la ataban a Konoha, abandonarlos y vivir a la deriva de ser un cascarón que solo vive por inercia, pero era imposible, porque incluso sintiendo nada, cada suspiro quedaba incrustado en su garganta a forma de nudo. Sería más fácil si pudiera hacer eso, podría dejar Konoha, irse con Shino y no volver nunca.

Pero la idea de dejar Konoha le generaba malestar.

Shino obedeció, no dijo nada más en lo que quedaba del camino, siquiera cuando llegaron a su casa; solamente sacó sus deberes y empezó a resolverlos mientras Seina le servía el almuerzo.

—Mañana saldré más tarde, nos enseñarán sobre armas y estaremos en los campos de entrenamiento generales —Le avisó Shino.

Seina asintió mientras le pasaba el plato de comida y Shino recogía sus apuntes para hacerlos a un lado y no ensuciarlos.

—No sé cuándo vendrá Torune —respondió a la pregunta hecha fuera de casa—. Deberás tener paciencia, parásito.

Shino soltó una pequeña risa y asintió, algo más animado que antes.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora