𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐞𝐢𝐬

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Debieron suponer que ese momento llegaría tarde o temprano por más negación a la que se aferraban; el destino pareció ser benevolente al menos por dejar pasar el año nuevo con normalidad.

Tsunade ya se había ido para cuando llegaron a su destino, pero ni Seina o Shisui sentían aquel viaje en vano, aunque fue imposible no estar decepcionados y regresar a Konoha con esa pesadez propia de la resignación.

Las fiestas siguieron según lo planeado, todo parecía seguir con su ritmo normal. Nadie dijo nada cuando Seina y Shisui volvieron sin Tsunade, tampoco comentaron al respecto sobre sus manos entrelazadas y las dulces miradas que se dedicaban, todos estaban sumidos en una tierna ignorancia.

El lugar de reunión fue la casa de Fugaku Uchiha al ser la más espaciosa, cedió luego de conocer toda la situación por Mikoto, aunque con varios suspiros de por medio. Ni él era tan desalmado como para negarse.

Además de las dos familias Uchiha, estuvieron Jin, Shino y Yumiko, incluso los Nara restantes aparecieron en algún punto de la noche y compartieron con ellos un rato, Seina estuvo a punto de llorar y estaba segura de que tembló por la vergüenza. ¿De verdad era así de querida? Porque no lo creía, a veces pensaba que todo se trataba de un dulce sueño, de que solo estaba imaginando todo mientras trataba de bloquear su mente de alguna tortura.

Porque a pesar de su carácter, de su forma de ser y lo extraña que llegó a encontrarse, sí habían personas que la amaban, que le tuvieron paciencia y la comprendieron de principio a fin.

Y por supuesto que dolía dejar todo atrás aunque no quisiera, porque se había acostumbrado a esa calidez, a despertar en un hogar y ser recibida por el cariño que nunca creyó merecer.

—¿Todo bien, Seina? —preguntó Jin al verla tan callada, todos estaban enfrascados en una conversación y Shisui había ido al baño.

La pelinegra no respondió, solo la miró y bufó. Jin rio y se quedó a su lado.

—Supongo que fue una pregunta tonta —murmuró luego de un rato, sintiendo aquella presión de dolor en su pecho.

—La fue, pelo piña —Jin sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

¿Qué iba a hacer cuando no escuchara más ese apodo? ¿Ahora con quién compartiría esos cómodos silencios? ¿Con quién hablaría de cosas tontas y dejaría de sentir la presión de ser la primera hija de los Nara?

Porque la mayoría se centraba en Shisui y Shino y lo entendía, ¿pero es que su dolor no valía también?

Tal vez a vista de los demás no era tan cercana, pero así como Shisui la amaba, Jin podía asegurar amarla el doble y se sentía patética por competir en un momento así. Por dios, Seina estaba muriendo y ella pensaba en lo afortunada que sería si la pelinegra la mirara con tan solo un poco del amor que le tenía a Shisui.

Si fuera como él, ¿la miraría igual? Si tuviera ese aire coqueto y juguetón, o esos ojos brillantes que te miraban como si supieran todo sobre ti, o la sonrisa capaz de iluminar toda una habitación, si fuera al menos un poco como Shisui, ¿habría tenido la fuerza para darse cuenta de todo lo que Seina pasaba y ayudarla a salir de ello?

Porque no podía ser egoísta o superficial, Seina no amaba a Shisui por sus cualidades físicas, lo hacía porque él estuvo desde el principio, porque puso las manos al fuego por ella y aquel sentimiento que empezó por una sonrisa sincera se transformó en un torbellino que arrastró sus inseguridades. Shisui no esperaba nada a cambio.

Y Jin también notaba los cambios en el Uchiha, el cómo podía ser él mismo con Seina, dejaba de ser Shisui del cuerpo parpadeante y pasaba a ser Shisui Uchiha, un chico normal al que todos amaban, pero que solo tenía ojos para Seina Aburame.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora