𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬

156 22 3
                                    

«La boca del lobo»

Seina ya tenía dieciséis, ni ella se creía haber llegado tan lejos.

Y podía afirmar que fue el mejor cumpleaños que pasó; estuvo con los Uchiha, Jin, Shino y la pequeña pelo piña.

Taiyō preparó su comida favorita y como en el cumpleaños de Shisui, Shiori se encargó del pastel, pero esta vez en compañía de su hijo.

Pero cuando llegó el momento de despedirse de Shino, el niño no se quería ir, y no era que se aferrara a su hermana ni empezara a llorar, Shino era consciente de la situación, pero a veces no entendía porqué tenía que ser el único lejos de ella.

—¿Cuándo podré volver contigo? —Fue lo que preguntó, con la mirada baja y en la puerta, ya se estaban despidiendo para volver con los Nara.

Y no era que le disgustara estar allá, por el contrario se divertía junto a Shikamaru y Yumiko, también aprendía mucho con la biblioteca de Shikaku y Yoshino e incluso le tomó algo de aprecio a Jin. Los Nara eran muy amables con él.

Pero él quería estar con Seina, quedarse junto a ella en casa de Shisui y poder cuidarla, porque tampoco nadie le decía si ella estaba mejorando, se sentía excluido.

Su hermana se veía más feliz de lo que alguna vez la vio, ¿por qué él no podía formar parte de esa felicidad?

¿O acaso él era quien impedía que fuera así de feliz?

—Pronto, parásito —respondió Seina, aunque siquiera ella sabía.

Shino asintió, él siempre entendía.

Muchos lo elogiaban por ser un niño tan bueno y no causar problemas, pero la mayor parte del tiempo solo estaba tranquilo para no molestar a su hermana mayor, él comprendía, pero seguía siendo un niño que sentía a su familia ignorándolo la mayor parte del tiempo.

>>>

—¿Te divertiste? —preguntó Shisui a Seina una vez que estuvieron solos.

Pese a que ya se podían considerar una pareja y mantenían la complicidad de una, seguían manteniendo esa pequeña tradición de hablar hasta altas horas de la noche en la habitación de la menor.

Sin embargo, los nervios seguían presentes, a veces a Seina le incomodaba un poco tenerlo en su cuarto, pero Shisui le daba su espacio y era feliz pasando notitas bajo la puerta para hablar con ella.

Seina asintió a la pregunta de Shisui y se tiró en la cama, su adolorida espalda fue recompensada con la suavidad del colchón, Shisui se acomodó a su lado con más calma.

La pelinegra miraba el techo del cuarto, recordando la despedida con Shino y sintiendo el sinsabor de boca por los ojos empañados del pequeño.

Y no era por ser pesimista, pero si ella moría, ¿quién iba a cuidar de él?

En teoría la única familia sería Shibi y no confiaba en que él lo hiciera, si apenas se aparecía y siquiera sabía sobre su estado actual. Y Shino apenas cumpliría nueve, siempre la tuvo a ella y aunque era independiente hasta cierto grado, nunca había estado solo.

Quería morir, rogó llorando no tener que despertar al día siguiente muchas veces, pero nuevamente, ahora que sí era una posibilidad, no quería.

Seina genuinamente quería vivir.

Podía ser por la alegría que descubrió, por el amor que ella también podía sentir, incluso por ella misma y lo que quería hacer en el futuro.

Ver a Shino crecer y formarse como shinobi, o verlo hacer su propia y amorosa familia.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora