𝐝𝐢𝐞𝐳

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«Invitación y problemas de conducta»

Definitivamente, escalar en raíz no era nada sencillo, tener que ganarse la confianza de todos, el continuo cansancio y la tensión en los músculos y eso sin nombrar el desgaste mental; todo eso y más se había vuelto parte de la rutina de Shisui.

Por eso ahora solo miraba el techo de su cuarto, tratando de organizar sus pensamientos, cuestionando una y otra vez cómo podía acelerar el proceso.

Sería sumamente sospechoso si iba directamente con alguno de los Shimura en busca de un ascenso, pues estos llegaban solos dentro de la organización a modo de misiones.

Era simple, mientras más importante la misión, mayor confianza generabas en los altos mandos.

Pero ya no podía seguir soportando ver a Seina de ese modo, tan quebrada e inestable, su mirada de furia reemplazada por una vacía, su insana delgadez y la falta de sueño evidenciada en sus lentos movimientos y ojeras. La única vez que podía ver sus ojos brillar, era cuando ella estaba con el pequeño Shino o en medio de un entrenamiento, porque la distraían.

Pero a la vez, la estaban destruyendo poco a poco.

Y se sentía tan impotente que dolía, las lágrimas salían por sí solas mientras más lo pensaba, a veces solamente quería tomar a Seina y escapar lo más lejos que pudiera con ella, sacarla de los delirios y hacerle entender que eso no era nada relacionado con el amor.

—Shisui, el almuerzo está listo —La voz de su padre resonó a través de la puerta, logrando hacerlo salir del mar de sus pensamientos.

—Bajo en un momento —Se levantó, escuchando algunos de sus huesos crujir por haber estado en esa posición por horas.

Estaba tan cansado que las escaleras se le hicieron interminables.

Sus padres ya estaban en el comedor, esperándolo con una tierna sonrisa y, sin poder evitarlo, se preguntó si alguna vez en su vida Seina había tenido esa dicha, la de que alguien te recibiera con una sonrisa así a la hora de comer.

Mordió sus labios al pensar de nuevo en su rostro vacío. Seina ya ni tenía ganas de ocultarse tras la fachada de ira y desagrado hacia el mundo.

—¿Ocurre algo? —preguntó Shiori, preocupada por lo mucho que su hijo andaba en las nubes últimamente, y no de buena forma.

—Yo... —pasó saliva, algo avergonzado por estar preocupando a sus progenitores.

Y una idea surcó su mente, pasando como una estrella fugaz en medio del cielo lleno de nubes que eran sus pensamientos, algo que muy en el fondo podría alegrar a Seina y distraerla.

Alzó su mirada rápidamente, sonriendo y mirando directamente a su padre, quien se había encargado de preparar el almuerzo.

—¿Alcanza para otros cuatro platos?

>>>

—¡Seina-chan! —tocó la puerta una vez más.

A decir verdad, se sentía nervioso y ansioso, si Seina no aceptaba ir, todos se sentirían dolidos, pero tampoco iba a obligarla, porque no quería hacerla sentir incómoda y no darle opciones.

Poco a poco quería enseñarle que ella podía decidir, que nunca debería sentirse obligada a nada, sería un trabajo arduo, pero valdría la pena.

—Supongo que no está... —musitó, bajando la mano y desistiendo de tocar.

Se dio la vuelta, dispuesto a volver a casa y almorzar, pero el sonido de la puerta siendo abierta hizo que parara, dando otra vez media vuelta y sonriendo resplandeciente por ver a la Aburame.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora