𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚

𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

«Porcelana»

Seina

—¿Ya estás listo? —pregunté al pequeño parásito, asintió desde su silla y no pude hacer nada más que suspirar y cerrar mi puño con fuerza.

En menos de quince minutos, mi padre y mi abuelo estarían aquí para poner a prueba a Shino.

Y sé que no debería sentir miedo, porque me han enseñado que te debilita, pero no puedo calmar el dolor en mi pecho al pensar siquiera que se lleven al pequeño parásito.

No quiero que se lo lleven.

No puedo dejar que se lo lleven.

—Pase lo que pase, no permitiré que te lleven, ¿de acuerdo, parásito? —Shino no comprendía qué pasaba, pero tampoco podía decírselo.

La puerta de casa sonó, podía asegurar que eran ellos.

Eché un último vistazo para que todo estuviera en orden y abrí la puerta, dejando entrar a mi padre y abuelo, tras ellos venían dos ANBU.

Shino los saludó con respeto, sin siquiera acercarse para darle un abrazo a nuestro padre, tal y como se lo he enseñado.

—Ya traigo el té —murmuré ante la amenazante mirada de mi padre.

No lo veía desde hace una semana, cuando me golpeó el rostro; se suponía que al día siguiente debía verlo, pero tuve una misión que cayó como anillo al dedo y se tuvo que aplazar la prueba hasta hoy.

Por lo que me he enfocado en repasar todo con Shino hasta desfallecer, no importaba cuán cansado estuviera, lo hacía seguir.

Serví el té para mi padre y abuelo junto a algunas galletas y se los llevé; pronto estuvimos los tres sentados en la sala de estar, Shino estaba en el patio trasero y los ANBU parecían ser fantasmas porque no hacían nada más que ser intimidantes con sus máscaras y postura.

—Desafiaste a tu padre —Mi abuelo interrumpió el silencio, haciendo que bajara la mirada.

No quiero hacerlo, pero es involuntario... Tengo tanto miedo.

Y no debería sentirlo.

Tengo tantas ganas de gritar...

—No solo eres una decepción, sino que también eres una malcriada y grosera... Eres un completo fallo para la línea directa de los Shimura, juntándote con el enemigo, comiendo en su mesa y siendo frecuente con Shisui, un Uchiha —siguió, cada palabra provocaba un eco adormecedor en mi cabeza—. Y peor aún, no conoces tu lugar... —Y lo que vino después no lo esperé de ninguna manera, pero dolió tanto que no pude contener el grito en mi garganta.

Mi abuelo había arrojado su taza, aún con té, a mi cara, haciendo que se rompiera y que su contenido se regara sobre mí; mis ojos se irritaron tanto que derramaron lágrimas. Pero no bastó con eso... Uno de los ANBU vino hacia mí, sosteniendo un trozo de la porcelana rota.

Sus ojos a través de la máscara eran vacíos, aunque se asomaba un ápice de diversión. El bastardo disfrutaba de lo que veía y lo que seguramente haría ahora.

Apretaba mis labios con fuerza para no dejar escapar chillidos de dolor, pero cada corte se quedaba grabado en la retina, y aún si no dejaban cicatriz en la piel por ser algunos superficiales, estaba segura de que siempre recordaría su espantosa forma y como abrían mi piel dejando la sangre fluir y manchar la alfombra que con tanto esmero había limpiado.

Las heridas fueron limpias pese a haberlas hecho con un material tan rústico, pero al poco tiempo y con la combinación del té, empezaron a arder; debía aguantarme cada lágrima y castigo si no quería que fuera peor.