𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐭𝐫𝐞𝐬

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«Lo olvidaste»


Seis meses se pasan volando, más cuando no parece haber cosas muy interesantes sucediendo en tu vida más allá de descubrimientos personales. Lo único que había cambiado en Seina Aburame fue su edad, ahora contaba con quince años y un par de meses y a decir verdad, fue el cumpleaños más tranquilo que pasó.

Solo estuvo con Yumiko -la hermana menor de Jin-, Jin y su hermano todo el día, la Nara le compró un delicioso pastel y los más felices fueron los menores al degustar el dulce. Se sentía extraño porque fue el primer año en el que Shisui no daba señales de vida para esas fechas, incluso Niru le había enviado una carta para darle los buenos deseos.

Porque sí, las cosas con Niru se habían arreglado, Seina estuvo bastante molesta por mucho tiempo, pero a final de cuentas ya era chunnin y aunque no entendía las razones de Niru y podía estar enojada con él toda la vida, no quería, siquiera sabía si algún día volvería a ver al chico de la arena -y ojalá así fuera, porque el maldito se había quedado con el abrigo que alguna vez le prestó-.

—¿Vamos a comer algo? —preguntó Jin a su lado y aunque bufó, terminó por aceptar.

Otra cosa que cambió en esos seis meses fue su amistad con Jin, se había vuelto mucho más cercana a la Nara e incluso las mandaban a misiones juntas que a veces duraban días, la convivencia las hizo cercanas inevitablemente y Seina terminó por ceder.

Y nunca se lo dijo, pero agradecía que Jin la encontrara aquel día en el jardín y estuviera con ella hasta que colapsó por el cansancio y las emociones que la sobrepasaron; pero incluso cuando despertó, la mayor de los hermanos Nara seguía allí y había curado sus heridas.

Y aunque le contó de forma superficial sobre lo que pasaba en su vida, nunca nombró a Danzō o Shinsō, siquiera lo que pasó ese mismo día con Mushiro. Y Seina se preguntó si es que ya lo había superado porque no dolía tanto, o si simplemente había ignorado tanto sus emociones que ya no importaba.

Porque sí lo hacía, ocupaba su mente a diario y al dormir siempre recordaba el rostro de Mushiro al morir, y no podía ver a Shino sin sentir que le había arrebatado la oportunidad de crecer con el padre que tenía vivo. Y era contradictorio porque definitivamente nunca dejaría que ese hombre se lo llevara, si había asesinado a Shinobu, ¿qué le esperaba a Shino?

Aunque tampoco se detenía a pensar en las circunstancias de la muerte de su madre, la agobiaba el solo pensar en indagar más para llegar al fondo del asunto. Mushiro la mató, eso era todo. Shinobu quería abandonarla, y eso era todo también.

Y no sentía nada en especial ante ese hecho, solo había vacío al recordar a Shinobu ahora, ya no era la cruel sensación de abandono o la ansiedad de no tener sus memorias, nada llegaba, solo el desierto sentir.

—¿En qué piensas? —cuestionó Jin una vez estuvieron en el restaurante. Seina había estado muy callada y su expresión no dejaba entrever nada.

—No es nada —respondió automáticamente, pero Jin no le creyó. Y no insistió, no quería ser molesta y esperaba que Seina le dijera después, casi siempre era así.

Les tomaron el pedido y se quedaron calladas por un rato.

—Shino y Yumiko también se han hecho más cercanos —comentó Jin para llenar la falta de ruido y también para denotar la cercanía que las unía.

Aunque el silencio no la molestaba y por el contrario le fascinaba, en esa ocasión particular sintió la necesidad de entablar una conversación. Seina también apreciaba el silencio y lo sabía, pero no quería dejarla sumida en sus pensamientos.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora