𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐬 ━ 𝐬𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚

𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬

«Un mejor amigo»

Si algo caracterizaba a Danzō, era estar un paso por delante de los acontecimientos. Solo fue cosa de una semana luego de la advertencia de Hiruzen para citar a Shisui Uchiha y hacerle creer que logró su cometido.

Dos jugaban al ajedrez y Shimura Danzō usaría a quien fuera como peón, algo en lo que era similar con Hiruzen. Porque para él eso eran Seina y Shisui, medios para conseguir lo que quería y no era distinto de lo que Hiruzen esperaba.

Montó todo un teatro para ponerle a Shisui el sello en la lengua que lo haría un miembro oficial de Raíz, pero como previno, el Uchiha puso a todos bajo un genjutsu que los hizo creer que sí resultó, a todos menos a él, porque tenía un as bajo la manga -literalmente hablando-.

Dejó que se fuera, que se regocijara con esa pequeña victoria que no duraría más de un año.

Él seguiría moviendo los hilos junto a Shinsō, quien también tenía a Itachi Uchiha entre sus manos.

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Shisui soltó el gran suspiro que llevaba conteniendo junto a su respiración en cuanto salió de aquel oscuro lugar. Podía estar tranquilo un tiempo, pero su intuición le decía que no debía confiar.

Tenía un mal presentimiento y eso lo dejaba con un asqueroso sabor de boca. Pero asumió se trataba de lo recién acontecido, estar en un mismo cuarto con Danzō era asfixiante, y eso que no lo tuvo tan cerca.

Se dirigía a su hogar, quería llegar y dormir una larga siesta luego de una merecida ducha para más tarde afrontar la reunión del clan.

Y ese era otro tema que le carcomia la mente, las reuniones eran cada vez más seguidas para discutir sobre los acontecimientos más recientes en torno a la creciente opinión negativa sobre los Uchiha y una pequeña parte de él temía que supieran sobre sus constantes reuniones con el Hokage o sobre sus fructíferos esfuerzos por entrar a Raíz. Pero se tranquilizaba casi al instante porque confiaba en su trabajo y en su capacidad para aparentar que todo estaba bien.

Por supuesto que se cansaba, pero al final todo estaría bien, Seina estaría bien, su familia igual y Konoha segura, era el futuro para el que estaba sacrificando tanto. Y si todo daba sus frutos, no se arrepentiría para nada de tener que alejarse de Seina por un tiempo.

Apenas llevaba un mes sin verla, pero lo sentía como una eternidad.

Entró a su hogar, dejó sus sandalias y bolsa de armas a un lado de la puerta y se adentró, escuchando voces provenientes de la sala. Al pasar por esta, fue recibido con los saludos de sus padres y de Mikoto y Fugaku.

Itachi también estaba allí, sonriendo por alguna cosa y se alegró bastante, hace mucho no pasaba tiempo con su mejor amigo.

—Llegaste temprano —comentó una alegre Shiori, Shisui decidió acomodarse a su lado y dejar que la mujer mimara su cabeza.

—Si, la misión salió mejor de lo esperado —Las caricias de su madre siempre eran reconfortantes.

—Es bueno ver que recuperas el nivel que llevabas antes de ser maestro —intervino Fugaku y Shisui casi ríe al ver a su madre arrugar la nariz en señal de disgusto.

—Fue el Hokage quien le pidió en persona ser maestro, Fugaku-san —contestó Taiyō antes de que Shiori lo hiciera, querían evitar problemas.

—Lo cual es bueno, el Hokage te tiene confianza, Shisui —señaló Fugaku—. Eso nos sirve bastante.

—Aún no estamos en reunión como para que vengas con esos comentarios —Lo interrumpió Shiori.

Shisui miró de reojo a Itachi, pudiendo ver lo tenso que estaba su cuerpo y como las comisuras de sus labios se ponían rectas en una mueca incómoda. Itachi podía ser alguien que no demostraba sus emociones fácilmente, apático incluso, pero cuando estas lo sobrepasaban solía demostrarlas con pequeños detalles como esos o con acciones como las que venía realizando hace unas semanas al no presentarse a las reuniones del clan, algo que se veía muy mal en el que se suponía era el próximo líder.