📍 Kim Sunoo es de esos chicos populares con una personalidad brillante. Lugar que pisa, lugar que se llena de su risa acogedora. Quienes lo conocen lo llaman la luz radiante que ilumina en la oscuridad.
Park Sunghoon es todo lo contrario. Un juga...
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Si irían.
O tal vez eso es lo que decía el mensaje de texto en el teléfono móvil de Sunghoon. Un jueves en la tarde, mientras paseaba a su perrita Gaeul en el parque cerca de su casa.
Su reacción al leer el mensaje pareció estática en su momento. Pues, siguió mirando a Gaeul pasearse por el parque con libertad, contenta con su salida. Y también miró alrededor por varios minutos, más que todos niños jugando y unas cuentas personas trotando alrededor.
Suspiró, su postura exterior pareciendo relajada. Todo lo contrario a como se sentía por dentro, un completo desastre de molestia y rabia. Apretó los puños y tronó los dedos de una mano después, su respiración siendo más acelerada luego de pocos segundos. Y es que, ¿Con qué finalidad le estaban haciendo esto? Cualquiera que sea, Sunghoon estaba seguro que si las misiones se hacían cada vez más difíciles, podrían llegar a cumplir esa meta que desconocía.
¿Qué buscaban con esto?
Relamió su labio inferior, y sacó su teléfono. Llamó a Gaeul para que estuviera a su lado antes de desbloquear la pantalla. ¿El niñito abría recibido el mismo mensaje? No tenía manera de saberlo. Y no debió preocuparle, incluso si tenía en cuenta que mañana viernes debía faltar a clases.
Arrugó el ceño y soltó un gruñido frustrado.
—Mierda.
Gaeul a sus pies, ladeó la cabecita extrañada y lo miró fijamente. Sunghoon, un poco apenado, se acercó y acaricio su pelaje con cariño.
—Lo siento.
Sin embargo, la preocupación se instaló más de lo necesario en su cabeza. Y en un arrebato estúpido, se metió en chat con Jay, escribiendo en el:
“¿Tienes el número de Sunoo?”
Aunque así mismo como lo escribió, lo borró al instante. Riéndose de lo estúpido que fue al escribir aquello. ¿Qué le diría Jay?
Si, hermano, aquí tienes. ¿Para qué lo necesitas?
En todo caso, también podía no tenerlo. Por lo que fue una doble estupidez. Su segunda opción fue Jake. Pero fue lo mismo, haría la misma pregunta y Sunghoon no sabía cómo responderla.
De hecho, con cualquier persona sería lo mismo.
Suspiró cansado y revolvió su cabello hacia atrás frustrado. Bien, como sea, Sunghoon decidió que solo se quedaría así por los momentos. Mañana haría lo posible para aparecerse en el instituto luego de asistir a su consulta con el dentista y lo buscaría. Por más que no lo deseaba en absolu…
Facebook.
Bingo. Divagó tan solo por dos minutos por la aplicación cuando el perfil del menor apareció ante su vista. Tragó saliva y se dirigió a mensajes directos.
