📍 Kim Sunoo es de esos chicos populares con una personalidad brillante. Lugar que pisa, lugar que se llena de su risa acogedora. Quienes lo conocen lo llaman la luz radiante que ilumina en la oscuridad.
Park Sunghoon es todo lo contrario. Un juga...
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En realidad, Park Sunghoon no fue un niño imperactivo y juguetón como todos los demás niños de su edad. Sus padres contaban entre risas —en las cenas en dónde toda la familia presente— que cuando apenas era un bebé de meses de nacido nunca le pudieron sacar una sonrisa, a pesar de que era lo que más deseaban. Contaban, con pequeñas muecas incómodas en sus rostros, que incluso tomarle una foto para el álbum de recuerdos siempre se les hizo algo dificultoso, pues su pequeño era todo el tiempo un rostro fruncido o inexpresivo.
Algo tan extraño en un bebé.
Sunghoon creció viendo los rostros asombrados de sus familiares que parecían impresionados cada vez que escuchaban la anécdota. Nunca realmente lo entendieron. Y lo miraban, a ese pequeño niño de ojos grandes y expresivos, preguntándose el por qué. Tal vez porque ellos tenían a sus pequeños hijos sonrientes a su lado mientras Sunghoon estaba en su silla sin saber que expresión tener.
—Tal vez sólo le costó más que a los demás. Era un bebé, querida—comentó la hermana del padre de Sunghoon, añadiendo una sonrisa para restarle importancia—. Todos los niños son diferentes.
Pero la madre de Sunghoon hizo una mueca, casi quisquillosa al respecto. Su rostro joven mantenía cierto conflicto. Esa noche estaban reunidos toda la familia por una cena.
—No lo sé, Yunhee—ella dijo con un tono bajo, abandonando el tenedor que estaba en su mano derecha para acomodar parte de su flequillo—. No creo que sea totalmente correcto. Estaba pensando en llevarlo a un especialista a qué lo revisen y...
—¿Qué? ¡No! Era un bebé y ahora es sólo un niño en crecimiento, Yebin. No seas tan exagerada al respecto—Yunhee se ríe con ironía y extiende su mano para sostener la de su cuñada sobre la mesa, intentando brindar algo de conforte—. Sunghoon es sólo un niño de dos años, y aunque una sonrisa parece muy importante en este momento, tal vez preocuparse sea muy apresurado.
Yebin asintió despacio, queriendo creer con todas sus fuerzas en las palabras de la mujer, que quizá era cierto y ella sólo estaba exagerando antes de tiempo. Sunghoon era un niño en crecimiento, una sonrisa no era tan importante si su hijo estaba sano en otros aspectos. Respirando una bocanada de aire y con sus ojos inquietantes, miró a su hijo que estaba a su lado sentado en el coche de bebé, una marcada angustia escrita en sus ojos. El pequeño Sunghoon la miró devuelta, pestañeando con inocencia; sin entender la situación.
Es sólo un bebé.
Es imposible recordar las memorias de cuando se era un bebé de meses. Sunghoon no es la excepción. Pero sí recuerda cuando era un niño de tres años y todas las dificultades que como niño enfrentó durante su crecimiento. Sonreír quedó en segundo plano cuando Sunghoon llegó a hacerlo cuando cumplió tres años, en su fiesta de cumpleaños cuando vio el gran pastel y la vela que debía soplar. Se celebró como un gran y logrado acontecimiento, capturando en cámara el momento en que el pequeño Park había sonreído, finalmente. Sunghoon lo siguió haciendo en múltiple ocasiones y la situación quedó como un gracioso recuerdo. Sin embargo, a medida que fue creciendo, las cosas se volvieron complicadas para él de una manera diferente.
