📍 Kim Sunoo es de esos chicos populares con una personalidad brillante. Lugar que pisa, lugar que se llena de su risa acogedora. Quienes lo conocen lo llaman la luz radiante que ilumina en la oscuridad.
Park Sunghoon es todo lo contrario. Un juga...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La manera en que el recinto escolar se siente en ese momento, no tiene una palabra exacta y descriptiva en la que Sunoo se pueda apoyar. Sólo sabe que una vez pone un pie dentro, quiere volver a su casa, al sofá en el que despertó esta mañana envuelto en una cálida manta de un sueño profundo.
Hoy hay una emoción extraña que lo persigue, que se divide entre ansiosa y pacífica, como si estuvieran batallando para ver cuál de las dos finalmente ganaba contra él. Está consciente de que es imposible dar un paso atrás y que debe continuar con su camino, por mucho que no le agrade la idea.
Cuando entra por completo y las personas que están alrededor lo comienzan a mirar, no está seguro de qué hacer o cómo moverse. ¿Debería alzar su mano y devolver el saludo? ¿Ignorarlos a todos y seguir su camino? Tantas opciones y distintas respuestas. Es un desorden del que Sunoo no está muy seguro de cómo arreglar. Porque sabe lo que significa ser un chico popular en un lugar como este. Lo supo desde el momento en que llegó y se volvió uno de ellos. Aquí, en donde el dinero mueve las influencias y coloca una etiqueta definitiva en cada persona. Existen privilegios de los que nadie objeta y puedes hacer lo que quieras sin recibir consecuencias grandes. Le molestó tanto eso. Porque, aunque era cierto hasta cierto punto, también era falso por otro lado.
Sunoo lo comprueba en el momento en que decide no sonreír como habitualmente y en cambio hacer su caminata firme y directa sin mirar alrededor para que nadie lo salude o se acerque. Entonces lo escucha inevitablemente, los murmullos que comienzan a tirar como flechas a su espalda. Impactadas como si hizo algo terrible, desagradables incluso. ¿Era tan difícil aceptar que no siempre podía sonreír? Al parecer lo era. Los chicos populares no siempre encajan. Si Sunoo ve a los demás, los puede ver sonreír y vivir una buena vida. Joyas nuevas, bolsos de marcas, motocicletas de último modelo. Ninguno de ellos, en realidad, puede ver por lo que está pasando dentro y disfrutan de lo que observan en la superficie. Las personas de alta sociedad se miran y tratan como objetos de alto valor. El que brilla más estará en la superficie. El que para ellos es aburrido, entonces pierde su valor. Si él no es nada de eso, entonces, ¿qué es?
Sunoo no se considera un chico popular y nunca lo hará. No por propia voluntad. Está harto de esto, de que jueguen con él porque parece un objetivo fácil de mover y utilizar. Si hace algo estúpido, le aplauden. Si hace algo humano, lo sepultan hasta dejarlo acabado. Parece tan retorcido y tóxico, que se pregunta cómo hizo para soportarlo todos estos años. Su necesidad de encajar le hizo esto, le trajo malas personas que lo comenzaron a manipular y sólo hoy, con apenas un segundo de estar expuesto, se ha dado cuenta de ello.
Al entrar al aula de clase, todos se voltean a mirarlo. Eso es costumbre, es inevitable. Lo que no, es su aspecto descompuesto y los ojos pesados que al menos debió significar algo para todos esos pares de ojos que lo perseguían. Sunoo no estaba para esto, no estaba para nadie. ¿Quién le aseguraría que todo aquel que se le acercaba y le mostraba una sonrisa es confiable? Cada uno de ellos es sospechoso de nuevo y esta vez no lo dejaría pasar como la última vez.
