📍 Kim Sunoo es de esos chicos populares con una personalidad brillante. Lugar que pisa, lugar que se llena de su risa acogedora. Quienes lo conocen lo llaman la luz radiante que ilumina en la oscuridad.
Park Sunghoon es todo lo contrario. Un juga...
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Sunoo dejó que el agua mojara sus manos frías en el lavado, la mirada fija en el espejo frente a él que reflejaba a un obstinado y furioso Sunoo. Cerró el grifo y golpeó la pared a su paso con el puño. ¡Qué va! ¡Qué porquería! ¿Por qué entre todas las cosas... este era su siguiente paso? La persona que le estaba haciendo esto... Realmente quería arruinarlo.
¿Que podrían hacer dos personas por una amistad?
¿Tenía curiosidad?
Idiota, Idiota, idiota. Sunoo apretó la mandíbula e inhaló una larga bocanada de aire. No era tan fácil como dejar de aceptar la manipulación y que todas esas pruebas de que Jungwon y Jay andaban se esparcieran por todo el instituto y fuera de este. ¡Es un país como éste...! Sunoo se frotó el puente de la nariz con impaciencia. Los padres de Jungwon no eran de mente abierta. No eran peores que los de Sunoo, pero todavía no lo aceptarían. Le obligarían a recibir una explicación, le harían dejarlo todo. La razón era estúpida, pero debían aceptarla. Familias de dinero que deben aparentar una vida feliz y perfecta para satisfacer su propia codicia. Si un error era cometido por uno de sus hijos... Los padres harían todo lo posible para repararlo y ocultarlo. Sunoo lo sabía tan bien que un escalofrío le entró por la espalda. No sabía cómo era la familia de Jay, pero tal vez no era diferente de todas las familias de este entorno.
Sería imposible sobrellevar esa carga si se descubría de la peor manera. Sunoo negó. Era imposible, algo que debían evitar.
Salió del baño furioso, la mochila colgando de su hombro y los brazos cruzados. Caminó por los largos pasillos ignorando a todos, el mal humor plasmado en su rostro fastidioso. ¡Era tan insoportable! Y por un momento, quiso gruñir hacia todos los que estaban a su alrededor para que dejasen de mirarlo e inspeccionarlo ante cada paso que daba. Y tal vez lo hubiese hecho sino fuera porque una persona que venía caminando frente a él disminuyó sus pasos al mismo tiempo que Sunoo también lo hacía. Los murmullos a su alrededor se dejaron de escuchar y Sunoo concentró toda su atención en Sunghoon, galante. Se miraron y el ceño fruncido en el rostro de Sunoo desapareció con lentitud.
Por primera vez, y quizá con inconsciencia, Sunoo apartó la mirada y tragó saliva con dificultad. Recuerdos de ayer poniéndolo incómodo.
— Kim. — dijo sin mirarlo.
— Park...— respondió de vuelta a Sunghoon con tranquilidad.
Las miradas fueron de un lado a otro, expectantes.
Todas las expectativas estaban altas, pero en cuestión de segundos todas cayeron de la cima cuando Sunghoon y Sunoo siguieron de largo como si nada hubiese pasado después de ese extraño intercambio de palabras.
[...]
La hora del almuerzo se hizo presente después de unas largas horas de clases. Pero, extrañamente, Sunoo no había dicho una palabra en toda la mañana y eso lo notaron Jungwon y Jaebeom al instante. Lo empujaron al comedor y le hicieron comer algo en silencio, sus miradas expectantes y curiosas hacia el pelinegro. Si estaba tan callado y ayer había sido la dichosa cena con los Park, solo significaba una cosa:
