Capítulo 34

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Capítulo 34:
Camelia

Sunoo nunca fue bueno tomando decisiones y hay muchas pruebas a lo largo de su vida que lo demuestran

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Sunoo nunca fue bueno tomando decisiones y hay muchas pruebas a lo largo de su vida que lo demuestran. Porque creció en un entorno en el que fue agobiante decir tú propia opinión y eso limitó la manera en que vivió todos estos años. ¿Qué es lo que quieres? ¿Cómo puedes hacerlo realidad? Cuando apenas era un niño, de inmediato entendió que la vida era como un reto con muchas faces que aunque tenía una final, seguía siendo igual de horroroso pasar los obstáculos. No era tan sencillo como ser un niño, luego un adulto y después un anciano con un destino inevitable como la muerte. Era un ciclo, sí, aunque con un terrorífico procedimiento.

Siendo todavía joven e inexperto, le tocó muy temprano experimentar su primera face: el miedo y la angustia. La vida, de hecho, no te da indicaciones de cómo debes sobrevivir o si eres lo suficiente fuerte para soportar los males que otros te harán sentir. Tantas veces se preguntó el por qué y otras se e culpó a sí mismo. Eres débil, por eso vives de esta manera.

A pesar de que no era su culpa, nunca dejó de pensar que era el responsable de su propia desgracia, de ocultar ciertas cosas o reprimir algunas otras. Por un gran tiempo vivió en un hueco sin salida y sin luz en el que se destruyó tanto que perdió su personalidad y creó una mucho más extravagante simplemente para ocultar una verdad dolorosa que lo consumía. Nadie lo notó, nadie pensó que estaba siendo falso porque actuó tan bien que era imposible decir que no era así. A pesar de que fue tan convincente, él nunca estuvo conforme con la popularidad que obtuvo, porque nunca fue él mismo. ¿Cómo puedes estar feliz cuando no eres tú mismo? Más adelante, culpó a sus abusadores. Les echó la culpa del por qué creció siendo tan débil, del por qué tenía miedo de estar solo y de escuchar nada más que sus propios pensamientos.

Hoy, culpa a su madre. Ella todo el tiempo fue indulgente con él, y las opiniones que eran importantes para Sunoo ella las redujo a una pequeña cosa insignificante. Nunca se atrevió a darle el derecho de palabra, de opinión. El día de hoy, cuando Sunoo se siente feliz y en paz del alma; tiene las fuerzas suficientes de culpar a su madre. Porque ella creó y contribuyó a esa parte de Sunoo que es indecisa, que siente temor de tener su propia opinión porque cree que no será tomada en cuenta o que no está bien. Hoy, cuando Sunoo es más que feliz, la culpa una y otra vez. Todavía recuerda cuando ella le decía que lo más importante en la vida era una presencia pulcra y un historial limpio para lograr triunfar, que en una familia como la de ellos los sueños no importaban y que en cambio, lo hacía el poder. Sunoo todavía podía sentir la mirada penetrante de esos ojos marrones sobre él.

—¿Qué podrías lograr sentado frente a un piano toda tu vida? —ella le encuestó, con un tono severo—. Nada. Ser un pianista es muy bajo para lo que realmente debes llegar a ser. Piensa en grande, mira alrededor y date cuenta de quién eres el hijo.

Era el hijo de su padre, el director y heredero de un prestigioso bufete de abogados. Sunoo lo sabía incluso antes de nacer y que su madre lo dijera una y otra vez, sólo lo atormentaba.

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