📍 Kim Sunoo es de esos chicos populares con una personalidad brillante. Lugar que pisa, lugar que se llena de su risa acogedora. Quienes lo conocen lo llaman la luz radiante que ilumina en la oscuridad.
Park Sunghoon es todo lo contrario. Un juga...
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Las últimas nevadas de enero mantenían el clima a menos tres grados de frío en Seúl. Los pasillos están particularmente sigilosos esa tarde, no sería digno de mención si Sunoo no se encontrara tan sorprendido al respecto. Por aquí siempre era escandaloso y difícil de soportar. Caminando por los pasillos del segundo piso, hacia el aula de Riki, envuelto del cuello por aquella suave y esponjosa bufanda, Sunoo no paraba de desear que llegara febrero. No soportaba los climas fríos. Tampoco los días lluviosos. Aunque de este último, no estuviera exactamente seguro en estos momentos.
Empujando ese último pensamiento lejos, Sunoo se concentra en su presente.
Es agradable en hecho de que no tiene que saludar a nadie y mucho menos sonreírle a quien no desea. Ese hecho lo mantiene cálido por dentro, la sensación es adictiva. Juega distraído con las cerdas de su mochila y por un momento se siente torpe. Sabe que es estúpido pensar de esa manera, pero pisar territorio ajeno es como meterse en la boca del lobo. En cualquier momento Minkyung lo estará esperando para arrastrarlo en la oscuridad y devorarlo. Sacude la cabeza ante el pensamiento y sonríe.
Una vez llega frente al aula de Riki, se recarga en la pared a esperar a que termine su clase. No quedaron en encontrarse, pero Sunoo quiere verlo. Desde donde está, puede ver el aula de Sunghoon. Así que, con curiosidad, se acerca con lentitud y mira por encima. Sólo hay unas pocas personas alrededor, por lo que con seguridad han terminado la última clase del día. Sunoo bosteza, regañándose. Ni siquiera sabe por qué está ahí o ese impulso indagador de espiar en un lugar que no le interesa y que le traería problemas.
—No estoy ahí.
Sunoo hizo lo posible para que no se notara, pero del susto, la voz de Sunghoon a su lado le quitó la respiración por un instante. Tardó unos segundos antes de girar la cabeza y mirar a Sunghoon.
—No te estaba buscando a ti. Vengo por Riki—aclaró, no sonando nada convincente en el intento—. Y sólo estoy echando un vistazo alrededor.
Sunghoon ladeó la cabeza, chasqueando la lengua.
—Por supuesto, en el aula donde nadie quiere relacionarse con Kim Sunoo— murmuró irónico, pero sin burlarse realmente.
Sunoo resopló y se cruzó de brazos. Giró su cuerpo hacia el frente, dándole la espalda al famoso aula y grupo de personas que no le interesaban en lo más mínimo. Mordió el interior de su mejilla y dejó de mirar a Sunghoon.
—Hace no mucho eras parte de ese grupo—dijo, sonando a acusación. Aunque no pretendía hacerlo, en realidad.
Sunghoon se mantuvo mirándolo con esa extraña mirada intensa.
—Oh, sí lo era—mencionó, sonando despreocupado. Imitó la posición de Sunoo—. Aunque eso fue antes de que conociera una parte de ti.
Sunoo no se giró para mirar a Sunghoon, se encogió de hombros e hizo de sus labios un puchero dudoso.
