📍 Kim Sunoo es de esos chicos populares con una personalidad brillante. Lugar que pisa, lugar que se llena de su risa acogedora. Quienes lo conocen lo llaman la luz radiante que ilumina en la oscuridad.
Park Sunghoon es todo lo contrario. Un juga...
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Sunoo permaneció sentado en su cama con la vista fija en el suelo el sábado por la mañana, repasando una y otra vez si era buena idea enfrentar el día que estaba por venir. La primera vez, decidió que lo mejor sería desaparecer por un día completo en las frazadas de su cama, sin dar señales de vida; si era posible. La cuarta vez que lo meditó, las tres opciones anteriores se le hicieron absurdas y lo único que era real y debía enfrentar era a su hermana. Por mucho que le costase aceptar lo difícil que se le estaba haciendo todo esto, desde los últimos días, su cuerpo protestaba una buena siesta que Sunoo no parecía quedar dar.
Teniendo en cuenta que Minah estaría por tocar la puerta cuando el reloj marcase las ocho en punto, se levantó despacio y se estiró con pereza. Dejando salir un gemido de dolor cuando apoyó su pierna en el suelo. ¿En donde se había caído ayer? ¿Una piedra? El dolor no parecía grave, pero el pequeño moretón que marcaba en su muslo, opinaba dolor severo por algunos días. Maldijo a Minhee mientras se cambiaba y salió de la habitación con un montón de pretextos divagando en su cabeza al momento de enfrentarse a su madre. Algo ridículo, ya que su mente había estado más pendiente de otra cosa y su mirada alerta no pareció reconocer a su madre.
— ¡Aleluya! — expresó la mujer con una sonrisa, interponiéndose en su camino cuando lo vio a punto de pasar al comedor. Sunoo se detuvo asustado y se echó hacia atrás por inercia—. ¿Hace cuanto no veo la cara de mi hijo en mi propia casa? ¿Has comido bien últimamente? Tu rostro demacrado me dice lo contrario, señorito.
— ¿Eh?
La mujer chasqueó la lengua y se terminó de acercar con la mirada preocupada cuando tocó el rostro de Sunoo con sus manos cálidas y pequeñas, sin prestar atención a la expresión perpleja de su hijo. ¿Qué había comido su madre hoy? Poco a poco la mujer lo soltó y lo guió al comedor que ya estaba con algunos miembros de su familia, excepto por su padre y Jiyoung. Estaba seguro que todavía estaba dormido en su cama y este era otro de esos sueños engañosos que parecían siempre felices.
Sunoo no se sintió inseguro hasta que se sentó.
— ¿Has practicado bien con el amigo de Jae Hee?
Sunoo siguió sin reaccionar, no estando seguro de si la pregunta había sido para él. Las miradas puestas en él, le confirmaron que si lo era.
— ¿Amigo...?
Su madre enarcó una ceja.
—El amigo de Jae Hee. — Miró al nombrado y luego a Sunoo, sonriendo al ver el rostro confundido del menor—. No tienes que ocultarlo más, tu hermano me lo ha dicho.
Al otro lado de la mesa, Jae Hee abrió y cerró la boca varias veces, haciendo señas y gestos que Sunoo no pudo comprender con totalidad, pero que llegó a intentar encajar un poco con la situación.
