Capítulo 52

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Actualicé este capítulo con una perspectiva de Dixon que no habían leído y que era necesaria ponerla aquí para que puedan entender cosas más adelante💜

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Actualicé este capítulo con una perspectiva de Dixon que no habían leído y que era necesaria ponerla aquí para que puedan entender cosas más adelante💜

Dixon

Acompañaba a padre en las bodegas, habíamos capturado a dos enemigos, un par de narcotraficantes irlandeses que estuvieron traficando en nuestros territorios mientras buscaban la manera de debilitarnos y matarnos. Habían volado en pedazos un automóvil en el que madre estuvo a punto de subirse en compañía de Dexter. Eso desató la ira de padre y les dio caza. Hoy al fin los teníamos en nuestro poder.

—Quiero que los mates —aseveró padre—, esos bastardos estuvieron a punto de asesinar a nuestra familia.

—Sí —acepté enojado, aunque mi madre no me quisiera, mi deber era protegerla.

Nos detuvimos en el umbral de la inexistente puerta; dentro de la habitación se hallaban los dos hombres, ambos pelirrojos y muy blancos, sin embargo, no se hallaban solos. Había una mujer, dos adolescentes y un niño, su edad quizá rondaba los seis. Me quedé petrificado, observándolo en los brazos de su madre mientras sollozaba y ella trataba de protegerlo. Padre por otro lado, vociferaba en contra de los irlandeses, golpeándolos con toda la ira contenida.

Escuché que me llamó, yo solo podía ver al niño.

Él no tenía la culpa de los pecados de sus padres. Él no debería estar aquí.

—¡Dixon!

Miré a padre, desconcertado y trémulo. Maldición. No se me entrenó para matar niños.

—Te he dicho que los mates —dijo severo.

—Los mataré a ellos, pero no mancharé mis manos con la sangre de personas inocentes —manifesté entre dientes, en una plática que solo era entre nosotros.

—¿Crees que en la mafia hay consideraciones? ¿Crees que a ellos les habría importado que solo fueras un niño? —Increpó tosco— Aquí se destruye sin distinción de género o edad, los negocios siempre serán primero, si no te haces respetar, te aplastarán.

—¿Hacerme respetar por matar niños? Eso no es respeto.

—El respeto se impone a través del miedo. Tú eres crueldad, Dixon, tú eres el Diablo, que no se te olvide.

Me dio un apretón en el hombro y me empujó hacia al frente.

—Mátalos a todos —ordenó.

—¡Por favor, a mi hijo no, te lo suplico! —Sollozó la mujer. Mi dedo osciló en el gatillo. Por más que mi padre lo pidiera, yo no podría, esta vez no cedería.

—No lo mataré —miré a mi padre—, deja ir al niño —agregué con la suplica impresa en mi voz.

Me miró con asco y decepción. Extendió el brazo y un guardia puso en su mano un AK-47. Sin dejar de mirarme se preparó, accionó el cañón y el sonido ensordeció mis oídos. Nos mirábamos a los ojos mientras él disparaba sin piedad en contra de las personas que se hallaban prisioneras. No se detuvo a pensar, no hubo ni una pizca de bondad hacia ese pequeño, él lo mató y parte de su sangre salpicó mis pies.

Crueles instintos © [YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora