Capítulo 16

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Dixon

La necesitaba, pero alejarla era lo mejor que podía hacer.

Mi padre tenía razón por mucho que me costara admitirlo. Controlar lo que salía de mi boca era imposible, mi personalidad de mierda no iba acorde con la de Holly, tarde o temprano yo haría algo que terminaría por arruinarlo todo con ella, incluso peor que lo ocurrido hacia un rato; estaba bien consciente de cómo acabarían las cosas: Holly odiándome y huyendo de mí.

La apreciaba lo suficiente para no permitir que eso pasara, así que optaría por salir de su vida antes de que fuera demasiado tarde.

Le haría un favor, sin mí a su lado corría menos peligro. No me preocupaba por como fuera a salir de esto, era una mujer inteligente, capaz y autosuficiente a la que no se le cerraba el mundo por no tener trabajo, sin contar con que no la dejaría desprotegida, la ayudaría, mas ella no lo sabría. Su orgullo estaba por encima de todo.

La dejé ir, aunque no quería hacerlo, este sería mi acto menos egoísta hacia alguien.

—Me dijo tu padre que llevas toda la noche aquí, ¿sucede algo, mi niño?

Me limité a callar. ¿Por qué mi padre no podía hacer lo mismo? Debí haberme ido a mi pent-house, ni siquiera comprendía que hacia aquí o por qué.

Mamá se sentó a mi lado; estábamos en el despacho de mi padre, tenía una buena vista hacia la ciudad, me gustaba ver las luces hasta que estas se apagaban con la salida del sol. En la mano sostenía un vaso con whisky, ya me había terminado una botella y seguía con la segunda.

—No, no sucede nada —susurré, más para mí mismo—, pero siento que sí.

—¿Tiene que ver con trabajo o... mujeres? —Preguntó.

De un trago acabé el líquido, agarré la botella y serví hasta la mitad. Mamá apretó mi brazo cuando intenté beber más.

—Ha sido suficiente, Dixon —dijo seria.

—¿No tienes algo más que hacer, mamá? —Increpé, zafándome brusco de su agarre— Como elegir el color de las cortinas o el de tu barniz de uñas, ¿no es lo que siempre hacías cuando padre me llevaba a matar?

—Quiero estar contigo. —Reí.

—Una lástima, porque yo no te quiero cerca —mascullé. Me incorporé con botella en mano en dirección a la puerta.

—Siempre tienes que alejarme, Dixon, desde pequeño lo has hecho —reprochó a mis espaldas.

—¿Puedes culparme? —Inquirí sin volverme— Cuando Dexter nació tú solo viste a través de sus ojos.

—Eso no es verdad, conoces a tu hermano, era más accesible a las demostraciones de cariño. La distancia la impusiste tú.

—Y por eso él recibía abrazos y yo no —siseé.

—Nunca me dejaste darte mi amor...

—¡Porque yo tenía que pedírtelo, mamá! —Exclamé— Y él no.

—Dixon...

—Ya tuve suficiente de tu mierda, déjame en paz.

Cerré de un portazo y avancé por el pasillo hacia la salida, fue una mala idea venir aquí, y lo comprobé cuando vi al idiota de mi hermano dirigirse hacia mí. Eran nulos mis deseos de verle la cara.

—¿Qué celebras? —Averiguó en tono neutro, lo cual me sorprendió.

—No sabía que tenías la capacidad para hablar con los muertos —me mofé. Negó.

Crueles instintos © [YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora