Capítulo 13

801K 66.5K 62.2K
                                    

Quizá se les haga un poco aburrido el capítulo, pero no andaba muy animada, incluso así lo escribí y aunque no me convenció del todo, espero les guste🥺❤️ trataré de subir pronto.

Holly

No moví un musculo mientras su boca aplastaba la mía.

Violento y demandante. Exigente y dominante.

Empujaba con vigor, intentaba hacerme responder, pero todo mi autocontrol se basó en la imagen de Linda: humillada, amenazada y echada.

Podría quitarme la ropa y mostrarle que no era solo esa cosita fea que trabajaba para él, pero ¿qué ganaría? ¿Un mafioso que se encargaría de regir mi vida conforme a sus exigencias sexuales? No me volvería un objeto. Lo deseaba, por supuesto que sí, no era de piedra y sentía, sus labios suaves ya habían sido probados por los míos y estos quedaron con ganas de más, y al advertir cada roce que Dixon daba sin detenerse ante mi nulo movimiento, mis ganas aumentan.

Su perfume, su sabor, su pecho caliente presionado al mío, sus manos en mi cara y sus emociones a flor de piel. Todo en él seducía, pero yo era una experta en mantener la mente clara ante bellezas peligrosas con instintos bestiales y crueles que no dudarían en destrozarme el corazón.

¿Y sí él es diferente? No puedes juzgar a todos por igual.

Negué ante mi subconsciente. Dixon Russo no era de los cambiaban por amor y no estaba dispuesta a ser la novia del chico malo que hace mil intentos por salvarlo y cambiarlo.

De pronto, Dixon paró. Sus labios se alejaron unos centímetros, aun podían rozar los míos. Nuestras respiraciones eran frenéticas, la mía debido a los nervios y la urgencia por apartarlo completamente de mí. Esto, nosotros, no podía pasar. No podía.

—No —dijo serio y decepcionado—, no se trataba de usted.

Pasé saliva y me escabullí aprovechando su desconcierto, de verdad parecía confundido.

—No vuelva a hacer eso —advertí, aun con el sabor de su boca en mis labios.

—No se preocupe, la besé por curiosidad, no porque me guste —efectuó una mueca—, es igual a todas —me observó como si yo fuera poca cosa—: insípida y aburrida. Aunque al menos ellas me provocan placer.

—Bien por ellas y por usted —dije con calma. Sus palabras no me afectaban—. Si ya ha acabado con su curiosidad, debo volver al trabajo.

Le di la espalda y abrí la puerta.

—Ni una palabra de esto a nadie —advirtió. Lo miré por encima de mi hombro.

—Pierda cuidado, señor Russo, ¿qué caso tendría alardear de lo que cualquiera puede tener? —Su rostro se contrajo por el enojo, sonreí— Con permiso.

Caminaba en tacones a través de lo pequeño de mi departamento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Caminaba en tacones a través de lo pequeño de mi departamento. Theo me miraba desde su cama con gesto aburrido, bostezaba y volvía a dormir. Quizá pensaba que su dueña estaba loca si no estuviera acostumbrado a mis repentinas pasarelas, las que solía hacer como una especie de terapia.

Crueles instintos © [YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora