Capítulo extra/1

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LEAN POR FAVOR:A partir de aquí son extras que he subido cada mes o cada dos o tres meses, todos los extras contienen escenas de sexo explicitas porque mis lectores lo piden y yo cumplo🤭así que por favor no me digan que el libro solo es sexo cuan...

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LEAN POR FAVOR:
A partir de aquí son extras que he subido cada mes o cada dos o tres meses, todos los extras contienen escenas de sexo explicitas porque mis lectores lo piden y yo cumplo🤭así que por favor no me digan que el libro solo es sexo cuando esto es "fuera" del libro. Sería todo💜

Dixon

Mi pequeña MR comía en mis brazos. Sostenía su biberón mientras mis socios hablaban sobre ganancias.

Bajé la mirada y ella tenía los ojos puestos en mí, siempre me miraba como su Dios y yo amaba la sensación que provocaba. Sus bucles castaños se desparramaban en todas las direcciones, mejillas regordetas y sonrojadas, ojos grandes de color avellana y una sonrisa que podía desarmarme.

El calor de su cuerpo se transmitía al mío, el perfume adherido a todo mi ser, ella era delicada y pequeña, una personita que tenía en sus manos mi corazón. Molly me arrancaba sonrisas, incluso en los peores momentos, nunca podía negárselas, no a ella.

Amarla era lo mejor que sabía hacer, me convertí en un completo experto.

Le dio un cambio radical a mi vida en los casi dos años que llevaba en ella. Me mostró una perspectiva muy diferente y un amor tan puro que no me creí capaz de sentirlo alguna vez, no yo, no cuando era lo que era. Sin embargo, a Molly no le importaba que su padre asesinara y traficara, ella me amaba.

Y no podía decir que estaba bien lo que yo hacía, pero nadie elegía a sus padres, ni tampoco elegía a sus hijos, solo estás aquí para amarlos, de la manera que sea, los amas y ya.

Retiré el biberón cuando la leche se terminó, Molly se sentó en mi regazo y enseguida sus manitas buscaron lo que había encima de la mesa, cogió los contratos a firmar y comenzó a jugar con ellos, señalaba las letras que había estado aprendiendo y luego empuñaba las hojas mientras reía y mencionaba entre balbuceos cada una de ellas.

—Señor Russo, esos documentos son importantes —señaló Dan, mi asistente. Lo observé sin inmutarme.

—Mi hija quiere jugar con ellos, no se los voy a quitar, imprime más y ya —mascullé.

—Papi —pronunció con dulzura mi niña—, chocolate.

—En un momento, amor —miré a mis socios, ninguno hacía mención de mis demostraciones de cariño hacia mi princesa—, ¿hay más de qué hablar? Mi hija quiere un chocolate.

—Sería todo, señor Russo, solo quedaría pendiente la fecha para la inauguración del hotel y el condominio —comunicó uno de ellos. Asentí y me puse de pie con Molly en brazos.

—Mi asistente les hará llegar la fecha —finalicé, abandonando la sala de reuniones.

Afuera Molly pidió bajar, así que la puse en el suelo y sujeté su mano mientras caminábamos hacia el ascensor. Ella daba saltitos entre las rayas del mármol y reía al hacerlo, sus sandalias purpura brillaban y sus diminutos dedos salían a la vista a través de la abertura, contrayéndose. Me gustaba tenerla en la oficina, tenía su propio espacio y disfrutaba de pasar su tiempo conmigo mientras Holly daba sus clases de literatura en la universidad; mi esposa no solo hacia eso, fundó una editorial pequeña, sin mi ayuda por supuesto, porque si la tuviera, no sería pequeña. Sin embargo, ella quería hacerlo por sí misma y lo respeté, anhelaba dar a conocer a esos escritores escondidos que contaban con el potencial para llegar a ser grandes.

Crueles instintos © [YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora