Capítulo 25

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Se me hizo un poquito tarde😅 disfruten, buenas madrugadas❤️

Holly

No podía decirle la verdad.

Mi subconsciente negaba una y otra vez y yo no pude estar más de acuerdo con él. Aun no me hallaba lista para contar esa historia, en distintas ocasiones trataba de convencerme de que no ocurrió, negándome a ver esas escenas como parte de mi pasado. Hoy no necesitaba a esos fantasmas jodiendo mi paz mental que de por sí, ya se encontraba en riesgo por la llegada de mi padre.

Sin embargo, tarde o temprano tendría que decírselo a Dixon, lo conocía para saber que no se quedaría tranquilo hasta que le diera cada detalle de esa noche desastrosa. Pero no sucedería hoy.

Esquivé su mirada y me esforcé para contener las lágrimas. Odiaba con todas mis fuerzas llorar, más por estos motivos. Ya había llorado lo suficiente sobre mi cama, pasé años de mi vida llorando hasta quedarme dormida con la imagen de su cara exánime... sus ojos vacuos puestos en mí llenos de súplica, la sangre en su cuerpo, las risas de mis cómplices, el dolor punzante en mi pecho por lo que hice y la agonía de la puñalada que casi me quita la vida.

Luego estaba mi prueba entre la oscuridad, mis piernas arrastrándose por lo espeso de ese siniestro bosque, el miedo adherido a cada partícula de mi ser mientras luchaba para mantenerme con vida.

El hospital... las preguntas, ese olor, los sonidos.

Contuve un sollozo.

—Bridger...

—No me hagas decírtelo, te lo suplico —sollocé trémula, envuelta en esa miseria otra vez. Nunca lo superaría, sin importar cuantas veces tomara terapia. La culpa jamás se iría.

—Quiero entender, ayudarte, mira como estás.

La solidez de sus brazos estrujó mi figura. Su perfume, el calor de su pecho fuerte, el sonido de su corazón pausado... él.

—No ahora, es...

—Tranquila —dio un beso tras otro en el inicio de mi cabello—, por más que necesite saber, no voy a presionarte... me duele, Bridger —confesó en voz baja—, me duele verte así de rota y no poder hacer nada.

—Solo necesitas abrazarme —musité.

Dejaba caer mis barreras, le mostraba quien era, lo que había en mi corazón y temía volver a salir lastimada, pero al mismo tiempo, ansiaba demostrarle cuanto lo quería.

—Bridger, quiero que me respondas algo —susurró.

—Dixon...

—Por favor —pidió y era raro en él usar esa palabra—, quien fue el causante de esto, ¿pagó? Porque estoy seguro que no eres culpable como tratas de hacerlo ver.

La oscuridad se ciñó a mis ojos. La verdad nuevamente descansaba en la punta de mi lengua, pero si la decía, él sería capaz de ir por ese desgraciado y todos sus cómplices y entonces sabría la verdad, se decepcionaría de mí y de la mujer que conoció durante estos años. ¿Qué caso tendría derramar más sangre? Eso no borraría el pasado, no eliminaría nada, ni me absolvería de mis culpas.

—Se suicidó en la cárcel —mentí vilmente.

—Bien, una escoria menos de la cual encargarme.

Acunó mi cara en busca de mis ojos, secó las lagrimas y besó mis mejillas. Yo solo podía mirarlo con cariño, asombrada de los cambios que él mostraba ante mí. Se merecía la verdad y me prepararía para decírsela pronto, en cuanto papá se fuera, mi secreto ya no sería solo mío. Si quería que esto funcionara, la sinceridad y la confianza debían ser prioridad.

Crueles instintos © [YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora