Capítulo 3

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Dixon

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Dixon

Mi mirada se quedó prendada en ella mientras la veía abandonar mi edificio. No paraba de sonreír por haberla molestado, porque a pesar del lazo que había entre ambos, no iba a permitirle que olvidara quien era ella y quien era yo. 

¿Cómo se atrevía a planear una salida con Adam? ¿En qué coño estaba pensando? Y ese imbécil, ¿quién demonios se creía para invitarla a salir?

Sí, Holly era horrible y no me provocaba nada en lo más mínimo, pero era mi horrible asistente, ¡mía! Jodidamente mía. No iba a permitir que ningún bastardo que me rodeaba la cortejara. Ella era demasiado buena como para caer en manos de ellos. Merecía más que un puto mafioso o un idiota corrupto. Le estaba haciendo un favor al negarle salir con Adam, no lo conocía, debajo de esa fachada de buen tipo, se encondía un sujeto pervertido y promiscuo que solo quería una cosa de Holly y si la lastimaba, yo metería un tiro en su culo y no, no quería quedarme sin socio. Era un idiota, pero un idiota que me servía.

Abandoné mi edificio momentos después, ya no tenía nada que hacer aquí y había pendientes de los cuales hacerme cargo, uno de ellos era la rubia despampanante que estaba esperando por mí en uno de mis hoteles.

De pronto, mi móvil timbró dentro de mi bolsillo mientras ingresaba al ascensor. Cogí la llamada, se trataba de mi hermano: Dexter.

—¿Qué? —Espeté.

—Tienes que venir a casa, ahora —dijo, había un matiz de emoción y urgencia en su voz—, tengo una noticia que darle a la familia.

—¿Es en serio, Dexter? Tengo cosas más importantes que hacer —espeté, le eché un vistazo al reloj en mi muñeca, se me haría tarde.

—Hermano, te necesito aquí. No demores.

Rodé los ojos. Me había colgado. Menudo imbécil. ¿Qué demonios planeaba? Seguramente tenía que ver con su noviecita: Darla. La conoció hacía poco y el muy estúpido cometió el error de enamorarse de ella. Llevaban un año juntos, eran felices, supongo, no es como si me interesara su vida, ni siquiera cruzaba palabras con mi cuñada, me daba lo mismo.

Al arribar al estacionamiento me dirigí directamente a mi Aston Martin. Dos Escalade me siguieron a toda prisa cuando abandoné el edificio, era mi gente cuidándome las espaldas. Si bien, en esta ciudad yo mandaba, no podía fiarme, siempre habría algún enemigo ansioso de poder y carente de cerebro, lo suficientemente idiota para buscar enfrentarme. Reí. Estos eran mis territorios, yo era el dueño, nadie se metía con un Russo, nadie me decía que no.

Al detenerme en un semáforo revisé mis mensajes, abrí el de Linda. Sonreí. Era una foto suya frente al espejo, las piernas abiertas y su coño a la vista. Mierda. Acomodé el bulto en mi entrepierna y arrojé el móvil a un lado. Esperaba que lo que Dexter tuviera que decir fuera rápido. Ansiaba follar con Linda, era buena en la cama, más chupándola.

Crueles instintos © [YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora