Capítulo extra/7

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Holi, espero que estén por aquí y no hayan olvidado a mis niños, ha pasado mucho tiempo, pero ellos siguen más presentes que nada💜espero disfruten mucho de este extra.

Fotito tomada de Instagram💜

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Dixon

Los empleados se encontraban satisfechos con la celebración, no paraban de sonreírle a mi esposa en agradecimiento, ya que Holly era la encargada de organizar toda esta mierda de luces, comida y música; entretanto, yo imaginaba como les sacaba los dientes, hacia collares y los estrangulaba con ellos, ya que tanto les gustaba mostrarlos, los dejaría expuestos permanentemente en sus cuellos.

Menudos oportunistas, creían que, por que mi mujer rondaba la empresa iban a salvarse de que los echara de ella. Ni siquiera tendría que premiarlos por nada, ellos tenían que sentirse afortunados de que les permitiera respirar el mismo aire que yo, contaban con la fortuna de decir que trabajaban con Dixon Russo.

—Cariño, solo es una fiesta de fin de año, siempre se ha organizado, es una manera de recompensar a la gente que hace de tu equipo —murmuró, y entrelazó nuestras manos. Nos encontrábamos sentados a una distancia prudente y necesaria de todos estos tarados.

—¿Por qué mierda debería recompensarlos? Ya les pago, y más de lo que merecen, suficiente tienen con formar parte de mi empresa, son ellos los que deberían besarme los pies. —Sacudió delicadamente su cabeza, alborotó los mechones castaños que surcaban sus facciones.

—Por el buen trabajo que hacen, bebé.

—Sí, trabajo que hacen porque les pago —persistí sin entender su punto.

—Son excelentes empleados, Dixon, se esfuerzan.

—Deben de hacerlo, yo no contrato a incompetentes, en mi empresa no trabajan holgazanes.

Sonrió y se detuvo, consciente de que no me haría entrar en razón, es que no tendría que esforzarme por hacerlo. No era el maldito Papá Noel que traía alegría y regalos a sus vidas en vísperas decembrinas, era su jodido jefe.

No hacían nada gratis para mí, bastante me costaba su nómina para todavía agregarle una celebración que me quitó unos miles de dólares, pero los bastardos sabían que a mi esposa no podía decirle que no. Todo lo hacían por medio de ella, porque la conocían y eran conscientes de que esa pequeña mujer, era mi corazón.

Mi Holly era el ángel de mi vida.

—¡Mamá! —Chilló Molly, venía con Cassian, rodé los ojos al verlos tomados de la mano, joder, jamás me acostumbraría— Todo te quedó tan bonito.

Soltó la mano de Cassian —gracias al demonio—, y se hizo un espacio entre nosotros; me dio un beso en la mejilla y después le dio uno a Holly. Cassian permaneció de pie, miraba con una sonrisa a mi hija, con su patética cara de enamorado, por supuesto, no me mofaba de él en voz alta, porque seguro yo tenía la misma expresión cuando miraba a Holly.

Crueles instintos © [YA A LA VENTA EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora