Se sentía como si estuviera en un salón gritando a todo volumen y nadie la oyera. Un salón lleno de gente, queriendo salir, pidiendo ayuda, pero nadie levantaba la cabeza para sacarla de ahí.
Llevaba mucho tiempo comprometida a un hombre que no amaba, pero no tenía más remedio, su madre, Molly la había comprometido con ese hombre porque era su única salvación, o al menos eso era lo que decía ella. Su padre había dejado muchas deudas y mucho dinero que deber a mucha gente tras su muerte, y la única solución era casarse con Dean.
Ella lo había intentado, de verdad que lo había hecho, había intentado buscar en Dean algo de humanidad, algo de ser un hombre digno, que la entendiera, que la escuchara. Pero no había encontrado nada en los cinco meses que llevaba comprometida con él.
Hasta que llegó él. El hombre que la salvó la vida en aquel barco, el hombre que era la viva imagen de la alegría, él solo quería cumplir su sueño y era vivir la vida.
Harry era un hombre diferente, y ella lo sabía, sabía cómo solo con una mirada ambos se entendían a la perfección. A él le gustaba el arte, no le importaba si no tenía dinero, era todo un caballero.
Harry solo quería vivir, y ginny quería morir.
Ambos se salvaron, Harry salvó a Ginny de poner fin a su vida, Harry salvó a Ginny de aquel hombre que no tenía lo que Harry tenía.
Al principio Ginny pensaba que Harry estaba completamente loco con todas las historias que él la contaba.
Pero luego ella entendió que sólo era un joven que lo único que tenía era el poder de ver el mundo.
Todo el mundo le miraba como si fuera un objeto viejo que había que tirarlo o ponerlo en el rincón más lejano de una casa, pero para ella era el trofeo más grande que nadie pudiera darle.
Y su madre siempre la había hecho creer que el amor a primera vista no existía, pero claro que sí, ella se enamoró de él cuando la salvó de caer al océano. Él fue quien levantó la cabeza en ese gran salón cuando ella gritaba.
Él siempre la había llenado de esperanza, de ilusión, la había hecho ver la vida y el mundo diferente, todo a su alrededor ahora era luz, cuando antes solo era un agujero negro del cual pensaba que nunca iba a poder salir.
-Por favor Harry, dime que iremos a ver todos los sitios que tenemos pensados, aunque solo sea una ilusión.
-Claro que iremos, montaremos en la montaña rusa, iremos a pescar en el hielo, a beber cerveza como hombres.
Con él lo único que hacía era sonreír, volver a vivir.
Y aunque solo se hubieran conocido por pocos días, más bien dos, ella lo amaría de por vida, porque así era Harry, un hombre que cuando lo conocías nunca más querías apartarte de él.
Preferiría mil veces vivir en condiciones limitadas que vivir en una gran mansión con alguien a quien no amaba.
Y claro que el amor siempre estaba por encima de todo, al menos para ella.
Estaba claro que él iba a estar con ella hasta el final, hasta que dejara de respirar. Aunque él ya no estuviera junto a ella, ella sentía que vivía dentro de él.
Harry murió por ella, el chico que quería ver el mundo, que quería vivir murió por salvarla, y ella vivió, la chica que quería morir porque se sentía sola, porque nadie la escuchaba vivió para contar su historia. La historia de cómo con solo una mirada se entendía a la perfección.
Hola, después de un tiempo aquí estoy.
He querido meter un poco de Titanic en este relato, y es que después de hacer mil borradores decidí hacerlo así. No es igual, y no lo pretendía, pero quería hacer una idea.
Me ha gustado mucho el relato y creo que ha quedado a la perfección.
Estoy abierta a que dejéis en comentarios que relato os gustaría que escribiese.
Nos leemos pronto,
Inés.