COLABORACIONES

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Septiembre - Diciembre 1893

Adrien llega a la oficina londinense del Sr. Ramier sólo un par de minutos antes de su cita programada, sorprendido de encontrar el espacio normalmente bien ordenado convertido en un caos, lleno de cartones y cajas medio llenas.

—¿Es tan tarde ya? —pregunta el Sr. Ramier cuando Adrien llama a la puerta abierta, incapaz de ingresar debido a la falta de suelo disponible—. Debí haber dejado olvidado el reloj, está en una de esas cajas. —Ondea su mano a una fila de enormes cajas de madera junto a la pared, aunque si en una de ellas está sonando un reloj, es imposible de decir—. Y tengo intención de despejar ese camino, también —añade, empujando cajas a los lados y recogiendo montones de planos laminados.

—Lamento inmiscuirme —dice Adrien—. Quería hablar con usted antes de que dejara la ciudad. Hubiera esperado hasta que se instalara otra vez, pero pensé que era mejor discutir este asunto en persona.

—Por supuesto —dice el Sr. Ramier—. Quería darte las copias de repuesto de los planos del circo. Están por aquí, en algún lugar. —Hurga en la pila de planos, revisando etiquetas y fechas.

La puerta de la oficina se cierra silenciosamente, sin que nadie la toque.

—¿Puedo hacerle una pregunta, Sr. Ramier? —pregunta Adrien.

—Ciertamente —dice el Sr. Ramier, todavía revisando algunos rollos de papel.

—¿Cuánto sabe?

El Sr. Ramier deja a un lado el plano laminado en su mano y se gira, empujando su montura sobre el puente de su nariz para observar mejor la expresión de Adrien.

—¿Cuánto sé sobre qué? —pregunta luego de que la pausa ha durado demasiado.

—¿Cuánto le ha dicho la Señorita Dupain? —pregunta Adrien en respuesta. El Sr. Ramier lo mira con curiosidad durante un momento antes de hablar.

—Tú eres su oponente —dice, una sonrisa extendiéndose por su rostro cuando Adrien asiente—. Nunca lo hubiera imaginado.

—Ella le dijo sobre la competición —dice Adrien.

—Sólo en los términos más básicos —dice el Sr. Ramier—. Ella vino a mí varios años atrás y preguntó qué diría si me dijera que todo lo que hace es real. Le dije que tendría que tomar su palabra o pensar que era una mentirosa, y jamás desearía que una señorita tan adorable fuera una mentirosa. Y luego me preguntó qué diseñaría si no tuviera que preocuparme de restricciones tales como la gravedad. Ese fue el origen del Carrusel, pero imagino que eso ya lo sabías.

—Había supuesto algo así —dice Adrien—. Aunque no estaba seguro hasta qué grado estabas conscientemente involucrado.

—Estoy en la posición de ser bastante útil, así es como lo veo. Creo que los magos de escenario emplean ingenieros para hacer que sus trucos parezcan algo que no son. En este caso, yo proveo el servicio opuesto, ayudando a la magia real a parecer una construcción inteligente. La señorita Dupain se refiere a ello como terrenal, hacer que lo increíble parezca creíble.

—¿Tuvo ella algo que ver con el Mirador de Estrellas? —pregunta Adrien.

—No, el Mirador de Estrellas es puramente mecánico —dice el Sr. Ramier—. Puedo mostrarte los planos de la estructura si logro localizarlos en este... desastre. Estuvo inspirado en un viaje a la Exposición Colombina de Chicago de principios de este año. La Señorita Dupain insistió en que no había manera de mejorarlo, aunque creo que ella tiene algo que ver con que se mantenga funcionando apropiadamente.

—Entonces usted es un mago por sus propios méritos, señor —dice Adrien.

—Tal vez simplemente hacemos cosas similares de maneras diferentes —dice el Sr. Ramier—. Había pensado, que sabiendo que la Señorita Dupain tenía un oponente acechando en algún lugar, tú no tendrías ninguna necesidad de asistencia. Los animales de papel son asombrosos, por ejemplo.

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora