MARES TEMPESTUOSOS

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Dublín, Junio 1901

Después de que la ilusionista tomó su arco y desapareció ante los ojos de la absorta audiencia, ellos aplaudieron, aplaudieron al espacio vacío. Se levantaron de sus asientos y algunos charlaron con sus compañeros, maravillados por el truco o encaminándose hacia la puerta que había reaparecido en la parte de atrás de la carpa rayada.

Un hombre, sentado en el círculo externo de las sillas, permanece en su asiento mientras ellos se marchan. Sus ojos, casi escondidos en la sombra que proyecta el ala de su sombrero, están fijos en el espacio del círculo que la ilusionista había ocupado momentos antes.

El resto de la audiencia se marcha. El hombre continúa sentado.

Después de unos minutos la puerta se desvanece en la pared de la carpa, invisible una vez más.

La mirada fija del hombre no vacila. No hace más que echar un vistazo a la puerta evanescente.

Un momento después, Marinette Dupain está sentada frente a él, girada de lado y descansando sus brazos en el respaldo de la silla. Está vestida como había estado durante su número, con un vestido blanco cubierto con un patrón de piezas de rompecabezas sin ensamblar, cayendo juntas en la oscuridad a lo largo del dobladillo.

—Viniste a visitarme —dice ella, incapaz de esconder el placer de su voz.

—Tenía algunos días —dice Adrien—, y no habías estado cerca de Londres recientemente.

—Estaremos en Londres en el otoño —dice Marinette—, de alguna manera se convirtió en tradición.

—No podía esperar tanto para verte.

—También es bueno verte —dice Marinette suavemente. Ella extiende su mano y endereza el ala de su sombrero.

—¿Te gusta el Laberinto de Nubes? —le pregunta él. Toma su mano cuando ella la baja.

—Sí —dice ella, su respiración entrecortándose cuando sus dedos se cerraron sobre los suyos—. ¿Convenciste a nuestro Sr. Ramier de ayudar con eso?

—Lo hice, de verdad —dice Adrien, moviendo su pulgar a lo largo del interior de su muñeca—. Pensé que podía necesitar alguna ayuda manteniendo el equilibrio. Además, tú tienes tu Carrusel y compartimos el Laberinto, pensé que era justo que tenga un Ramier original por mi cuenta.

La intensidad de sus ojos y su tacto se precipitaron sobre Marinette como una ola y ella quita su mano de la de él antes de bajarla.

—¿Viniste para mostrarme tus propias hazañas de ilusiones ilustres? — pregunta ella.

—No estaba en mi agenda para esta tarde, pero si te gustaría...

—Tú ya me viste a mí, sólo sería justo.

—Puedo mirarte toda la noche —dice él.

—Tú has —dice Marinette—, has estado en todos los números de la tarde, me di cuenta.

Ella se levanta y camina hasta el centro del círculo, dando vuelta para que su vestido se arremolinara alrededor suyo. —Puedo ver cada asiento —dice ella—, no te escondes de mí cuando te sientas en la última fila.

—Pensé que estaría demasiado tentado a tocarte si me sentaba en el frente — dice Adrien, moviéndose de su silla para pararse en el borde del espacio circular de interpretación, delante de la primera fila de sillas.

—¿Estoy lo suficientemente cerca para tu ilusión? —pregunta ella.

—Si digo que no ¿te acercarías? —contraataca él, sin molestarse en esconder su sonrisa.

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora