INCENDIARIO

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Nueva York,Octubre 31, 1902

La espalda de Adrien golpea contra el suelo como si hubiera sido más o menos empujado, dejándolo tosiendo por el impacto y la nube de ceniza negra rodeándolo.

Una ligera lluvia está cayendo, mientras se levanta, y mientras el aire alrededor de él se despeja ve una hilera de árboles pequeños y estrellas, rodeados de engranajes plateados y piezas de ajedrez en blanco y negro.

Le toma un momento darse cuenta que está de pie al lado del reloj Wunschtraum.

El reloj está corriendo hacia la medianoche, el malabarista de arlequín en la parte superior balanceando once bolas entre las estrellas titilantes y las piezas móviles.

El cartel que anuncia el cierre del circo debido al mal tiempo traquetea en el viento. Aunque por el momento, la lluvia no es mucho más que una espesa niebla.

Adrien se frota el polvo brillante de su cara, la cual ha vuelto a su verdadera forma y él está muy desorientado para cambiarla. Trata de obtener una mejor visión de la ceniza oscura en su traje, pero ya se está desvaneciendo.

La cortina a rayas más allá de la taquilla cuelga abierta, y a través de la neblina, Adrien puede ver una figura de pie en las sombras, iluminada por la fuerte chispa de luz de un encendedor de cigarrillos.

Bonsoir* —dice alegremente Kagami a medida que él se acerca, metiendo su encendedor en su bolsillo trasero mientras equilibra el cigarrillo en su largo soporte de plata. Una ráfaga de viento aúlla a través del espacio, haciendo vibrar las puertas del circo.

—¿Cómo... cómo hizo ella esto? —pregunta Adrien.

—¿Te refieres a Lila? —responde Kagami—. Le enseñé ese truco en particular. No creo que entienda los matices del mismo, pero parece que lo realiza muy bien independientemente. ¿Te sientes inestable?

—Estoy bien —dice Adrien, aunque su espalda le duele por la caída y sus ojos arden todavía. Observa a Kagami con curiosidad. Nunca habló largo y tendido con la contorsionista, y su presencia es casi tan confusa como el hecho de que momentos antes había estado en un lugar completamente distinto.

—Aquí, sal del viento por lo menos. —Kagami le hace una seña hacia dentro del túnel de cortinas con su mano libre de cigarrillo—. Esa es una cara mejor que la otra —dice ella, escudriñando su apariencia a través de la niebla y el humo—. Te queda bien. —Ella deja caer la cortina una vez que ha entrado, dejándolos encerrados en la oscuridad tachonada con luces brillando débilmente, la brillante punta de su cigarrillo el único punto de color entre los puntos de color blanco.

—¿Dónde están todos? —pregunta Adrien, sacudiendo la lluvia de su sombrero de hongo.

—Fiesta por las inclemencias del tiempo —explica Kagami—. Tradicionalmente celebrada en la carpa de los acróbatas, ya que es la más grande. Pero no lo sabrías, porque no eres realmente un miembro de la compañía, ¿verdad?

Él no puede ver su expresión lo suficientemente bien como para leerla, aunque puede decir que ella está sonriendo alegremente.

—No, supongo que no lo soy —dice. La sigue mientras camina por el túnel laberíntico, adentrándose en el circo—. ¿Por qué estoy aquí? —pregunta.

—Vamos a llegar a eso a su debido tiempo —dice ella—. ¿Cuánto te dijo Lila?

La conversación con Lila fuera de su edificio está a punto de perderse en la memoria de Adrien, a pesar de que ocurrió momentos antes. Recuerda piezas efímeras de la misma. No hay nada lo suficientemente coherente como para articular.

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora