PRACTICA DE TIRO

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Londres,Diciembre 1884

La diana cuelga precariamente de una pared en el estudio, entre altos estantes de libros y óleos de marcos elaborados. Está casi camuflado por las sombras a pesar de su audaz diseño, pero el cuchillo alcanza el blanco cada vez que es lanzado, muy cerca del punto central que está oscurecido por el recorte de periódico clavado al tablero.

El recorte es una crítica teatral, un artículo cuidadosamente removido del London Times. Es una crítica positiva; algunos podrían llamarla resplandeciente. Sin embargo, ha sido puesta en esta posición de ejecución, y el cuchillo —de mango de plata— está siendo lanzado hacia ella. El cuchillo corta el papel y se hunde en el corcho de la diana. Es retirado y removido sólo para repetir el proceso una vez más.

El cuchillo es lanzado con estilo, desde el mango para que rote una y otra vez perfectamente hasta que la punta de la hoja encuentre su marca, por imprenta en la última línea del ya mencionado recorte de periódico.

La oración que contiene su nombre es la que ha indignado particularmente a M. Bourgeois al punto de tirarle el cuchillo. Una sola oración, que dice así:

M. André Bourgeois continúa empujando los límites del escenario moderno, deslumbrando a sus audiencias con un espectáculo que es casi trascendente.

La mayoría de los productores teatrales probablemente se sentirían halagados por tal comentario. Recortarían el artículo para un álbum de recortes de críticas, lo citarían para referencias y remisiones.

Pero no éste productor teatral. No, en cambio M. André Bourgeois se concentraba en esa última palabra. Casi. Casi.

El cuchillo vuela de nuevo a través del cuarto, sobre muebles de terciopelo y madera intrincadamente tallada, pasando peligrosamente cerca de una botella de brandy de cristal. Da volteretas velozmente, empuñadura sobre cuchilla, y se encuentra una vez más enterrado en el blanco. Esta vez perfora el casi desmenuzado papel entre las palabras "audiencias" y "espectáculo", oscureciendo el "con" completamente.

André sigue el camino de su cuchillo, sacando la hoja del tablero cuidadosamente pero con la justa cantidad de fuerza. De nuevo cruza la habitación, cuchillo en mano, un vaso de brandy en la otra, y se vuelve rápidamente en sus talones, dejando volar el cuchillo una vez más, apuntando a esa terrible palabra. Casi.

Claramente debe estar haciendo algo mal. Si sus producciones son meramente casi trascendentes, cuando la posibilidad de verdadera trascendencia existe en algún lugar cercano, esperando por ser obtenida, entonces hay algo más que debe ser hecho.

Ha estado meditando esto desde que la crítica fue ubicada en su escritorio, prolijamente recortada y etiquetada por su asistente. Copias adicionales han sido archivadas en otro lugar para la posteridad y en un lugar seguro, porque las copias del escritorio a menudo encuentran destinos atroces mientras André agoniza por cada palabra.

André valora las reacciones. Reacciones genuinas, no un mero aplauso educado. A menudo valora las reacciones más que el espectáculo en sí mismo. Un show sin un público no es nada, después de todo. En la respuesta de la audiencia, ahí es donde vive el poder de la representación. Fue criado en el teatro, sentado en palcos en el ballet. Siendo un niño inquieto, rápidamente se aburría de la familiaridad de los bailes y en cambio elegía mirar al público. Ver cuándo ellos sonreían o jadeaban, cuándo las mujeres suspiraban y los hombres comenzaban a quedarse dormidos.

Así que quizás no sea terriblemente sorprendente que ahora, muchos años después, todavía tiene más interés en el público que en la representación en sí misma. Aunque la representación debe ser espectacular para forzar las mejores reacciones.

Y porque es incapaz de observar los rostros de cada miembro del público en cada representación de cada show —shows que van desde convincentes dramas a bailarinas exóticas y unos pocos que combinan ambos creativamente—, confía en las críticas.

Aunque no ha habido una crítica en algún tiempo que lo contrariara en la forma en que ésta en particular lo hizo. Y ciertamente no una —en años—, que provocara el lanzamiento de cuchillo.

El cuchillo vuela una vez más, esta vez perforando la palabra "escenario".

André va a retirarlo, sorbiendo su brandy en el camino. Mira curiosamente el casi diezmado artículo por un momento, mirando las palabras casi ilegibles. Luego llama a gritos a Adrien.

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En el original handle over blade: Quiere decir que el cuchillo va dando volteretas tan rápido que al verlo se produce el efecto de ver simultáneamente la cuchilla y el mango.

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora