AILUROMANCIA PARTE II

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Félix se da cuenta de que la carpa no tiene techo. La parte superior está abierta, con el cielo nocturno completamente visible.

Es una sensación diferente a mirar las estrellas yaciendo en un campo, algo que Félix ha hecho muchas veces. No hay árboles arrastrándose en los bordes, y el delicado oscilar del carruaje lo hace sentir casi sin peso.

Y está increíblemente silencioso. Mientras el carruaje se mueve por lo que parece ser un diseño circular, Félix no puede oír nada excepto un suave crujido y el sonido de Bridgette respirando junto a él. Es como si todo el circo se hubiera desvanecido en la oscuridad.

Mira a Bridgette, quien está mirándolo a él en lugar del cielo. Ella le da una sonrisa y luego se aleja.

Félix se pregunta si debiera preguntar si ve algo en las estrellas.

—No tienes que hacerlo si no quieres —dice Marin, anticipando la pregunta.

Bridgette se gira para hacerle una mueca pero luego concentra su mirada hacia arriba, mirando el claro cielo nocturno. Félix la mira con atención. Ella luce como si estuviera contemplando una pintura o leyendo un señal muy lejana, entrecerrando los ojos sólo un poco.

Se detiene de repente, llevando sus manos al rostro, presionando sus dedos con guantes blancos sobre sus ojos. Marin pone una mano sobre su hombro.

—¿Estás bien? —pregunta Félix.

Bridgette respira profundamente antes de asentir, manteniendo sus manos sobre su rostro.

—Estoy bien —dice ella con una voz ahogada—. Estaba muy... brillante. Hizo que me doliera la cabeza.

Se aparta sus manos del rostro y sacude la cabeza; cualquier aflicción que haya sentido aparentemente ha pasado.

Por el resto del viaje ninguno de ellos mira el cielo estrellado.

—Lo lamento —dice Félix quedamente mientras bajaban otra escalera curva para salir.

—No es tu culpa realmente —dice Bridgette—. Debería haberlo sabido, las estrellas han estado haciendo eso últimamente, no tienen sentido y me dan dolores de cabeza. Probablemente debería dejar de intentar por un tiempo.

—Necesitas alegrarte un poco —dice Marin mientras vuelven al estruendo del circo—. ¿El Laberinto de Nubes?

Bridgette asiente, sus hombros relajándose un poco.

—¿Qué es el Laberinto de Nubes? —pregunta Félix.

—Todavía no has encontrado ninguna de las mejores carpas, ¿verdad? —dice Marin, sacudiendo la cabeza—. Vas a tener que volver, no podemos hacer todas en una noche. Quizás es por eso que a Brid le duele la cabeza, nos vio teniendo que arrastrarte a través de cada una de las carpas para que veas lo que te estás perdiendo.

—Mar puede ver el pasado —dice Bridgette de repente, distrayendo la conversación—. Es una de las razones por las cuales sus historias siempre son tan buenas.

—El pasado es más fácil —dice Marin—. Ya está ahí.

—¿En las estrellas? —pregunta Félix.

—No —dice Marin—. En la gente. El pasado se queda contigo en la forma en que el azúcar en polvo se queda en tus dedos. Algunos pueden sacárselo de encima pero todavía está allí, los eventos y las cosas que te empujaron adonde estás ahora. Puedo... bueno, leer no es la palabra adecuada, pero tampoco es la correcta para lo que Bridgette hace con las estrellas.

—¿Así que puedes ver mi pasado en mí? —pregunta Félix.

—Podría —dice Marin—. Intento no hacerlo sin permiso si no hay nada que me llame la atención automáticamente. ¿Te importa?

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora