IN ERSECCIONES II FURIAS ESCARLATAS Y ROJOS DESTINOS

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Londres, Octubre 31 – Noviembre 1, 1901

"Aunque cualquier noche en el circo pueda ser, con razón, llamada mágica" Herr Friedrick Thiessen escribió una vez, "Las noches de Halloween son algo especial. El aire en sí rebosa de misterio."

Esta particular noche de brujas es fría y fresca. La bulliciosa multitud está vestida con gruesos abrigos y bufandas. La mayoría de ellos usan antifaces, rostros perdidos en telas negras, plateadas y blancas.

La luz en el circo es menos brillante que de costumbre. Las sombras parecen arrastrarse desde cada esquina.

André Christophe Bourgeois entra en el circo sin ser notado. Saca un antifaz plateado de una canasta junto a las puertas y lo desliza sobre su rostro. La mujer en la taquilla no lo reconoce cuando paga la entrada en su totalidad.

Se pasea a través del circo como un hombre en un sueño.

El hombre en el traje gris no usa un antifaz. Camina sin prisa, con un calmado, casi perezoso paso. No tiene un destino particular en mente, vaga de carpa en carpa. En algunas entra y en otras pasa de largo. Compra una taza de té y permanece en el patio, mirando la hoguera por un rato antes de ir de nuevo a los pasillos entre las carpas. Nunca ha asistido al circo antes, y parece estar disfrutándolo por sí mismo.

André lo sigue, cada paso, cada alto. Lo persigue a través de las carpas y lo mira pagar por su té en el patio. Observa el suelo a los pies del hombre en el traje gris, buscando su sombra, aunque es frustrado por las luces intermitentes.

Además de André, nadie le presta atención alguna. Los transeúntes no lo miran, ni siquiera un vistazo se salva a pesar de su altura y su impecable traje gris y sombrero de copa. Incluso la chica que le vende el té apenas lo registra, cambiando rápidamente a su siguiente cliente.

Él se desliza a través del circo como una sombra. Lleva un bastón con punta de plata que no usa.

André lo pierde en la multitud más de una vez, el gris cae en un borrón de negros y blancos salpicados con el color de los clientes. No le lleva mucho tiempo ver el sobrero de copa gris de nuevo, pero en esos pequeños intervalos, se pone nervioso hasta el punto de sacudirse, jugando con su abrigo y el contenido de sus bolsillos.

André murmura para sí mismo. Algunos de los que pasan junto a él lo suficientemente cerca para oírlo, lo miran extrañados y se esfuerzan por evitarlo.

Siguiendo a André está un joven que no reconocería incluso si lo mirara a los ojos, pero aun así el hombre mantiene su distancia. La atención de André se mantiene solamente sobre el hombre en el traje gris, y no se desvía ni una vez hacia el otro hombre que guarda un parecido a su asistente.

Adrien mantiene constantemente sus ojos verdosos sobre André, sin llevar un antifaz sobre el rostro que únicamente Marinette reconocería, y la ilusionista está ocupada en otra cosa.

Esto continúa por mucho tiempo. El Sr. A. H— recorre el circo sin prisa. Visita a la adivina, quien no lo reconoce pero pone su futuro en una fila de cartas de cortesía, aunque admite que algo se superpone y confunde. Observa la demostración de la ilusionista. Ella reconoce su presencia con un gesto simple y sutil. Recorre la Sala de los Espejos, incontables figuras a juego con el traje gris y sombrero de copa acompañándolo. Cabalga en el Carrusel. Parece particularmente encariñado con el Jardín de Hielo. André lo sigue de carpa en carpa, esperando fuera de las que él no entra, empapado de creciente ansiedad.

Adrien les pierde de vista a ambos brevemente, cuando se toma unos momentos para atender otro asunto.

El reloj de la puerta marca los minutos más y más tarde, los adornos en este están girando y cambiando.

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora