NOCHE DE ESTRENO III HUMO Y ESPEJOS

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Londres, Octubre 13 Y 14, 1886

André Christophe Bourgeois no entra en ni una sola carpa en la noche de estreno. En vez, deambula a través de senderos y explanadas y camina en círculos alrededor del patio acompañando a Adrien, quien está tomando notas siempre que André encuentra algo que comentar.

André observa la multitud, discerniendo sobre cómo las personas deciden a que carpas entrar. Identifica la señalización que necesita ser ajustada o elevada para ser más fácil de leer, puertas que no son suficientemente visibles y otras que son muy predominantes, atrayendo un poco o mucha atención de una multitud.

Pero estos son diminutos detalles, realmente, extra aceite para crujidos inaudibles. No podría ser mejor. Las personas están encantadas. La línea para boletos serpentea alrededor del exterior de la cerca. El circo completo brilla con entusiasmo.

Unos minutos antes de medianoche, André se posiciona cerca del borde del patio para el encendido de la hoguera. Elige un lugar donde puede ver ambos la hoguera y una buena porción de la multitud.

—Todo está listo para el encendido, ¿Correcto? —pregunta él. Nadie le responde.

Mira a su izquierda y su derecha, encontrando sólo los vertiginosos patrones fluyendo hacia el paso.

—¿Adrien? —dice, pero Adrien no se encontraba en ningún lado. Una de las hermanas Cesaire nota a André y se acerca a él, cuidadosamente navegando su camino a través del patio abarrotado de gente.

—Hola, André —dice ella cuando lo alcanza—. ¿Está algo mal?

—Parece que he extraviado a Adrien —dice—. Extraño. Pero nada de qué preocuparse, Etta, querida.

—Ella — corrige ella.

—Se parecen — dice André, dando una calada a su cigarro—. Es confuso. Deberían de mantenerse juntas para evitar errores.

—De verdad, André, ni siquiera somos gemelas.

—¿Quién de ustedes es mayor, entonces?

—Eso es un secreto — dice Ella, sonriendo—. ¿Podemos declarar la noche un éxito ya?

—Hasta el momento es satisfactorio, pero la noche es aún relativamente joven, querida. ¿Cómo está la Sra. Murray?

—Ella está bien, creo que, aunque ha sido una hora o así desde que oí alguna noticia. Hará una noche memorable para el cumpleaños de los gemelos, debería pensar.

—Ellos podrían ser útiles si son tan indistinguibles como usted y su hermana. Podríamos ponerles trajes a juego.

Ella se ríe.

—Podría esperar hasta que puedan caminar, al menos.

Alrededor del caldero sin luz que contendrá la hoguera, doce arqueros están tomando sus posiciones. Ella y André ponen fin a su conversación para observar. Ella observa los arqueros mientas André observa la multitud mientras su atención es atraída a la exhibición. Se convierten de multitud a audiencia como coreografiados con los arqueros. Todo procedió con precisión como lo planeado.

Los arqueros dejaron sus fleches volar, una por una, enviando las flamas a un arcoíris de gran incendio. El circo completo está empapado en color mientras que el reloj da campanadas, doce campanadas profundas retumbaron a través del circo.

En el doceavo toque, la hoguera resplandece, blanca y caliente. Todo en el patio se estremece por un momento, bufandas revolotearon a pesar de la falta de brisa alguna, la tela de las carpas agitándose.

La audiencia rompió en aplausos. Ella aplaude a la par, mientras a su lado André da un traspié, dejando caer su cigarro al suelo.

—André, ¿está bien? —pregunta Ella.

—Me siento un poco mareado —dice él. Ella toma a André del brazo para sostenerlo, tirando de él más cerca al lado de la carpa más cercana, fuera del camino de la multitud que ha comenzado a moverse de nuevo, vertiéndose en todas direcciones.

—¿Siente eso? —él le pregunta a ella. Sus piernas están temblando y Ella lucha por sostenerse mientras son empujados por los transeúntes.

—¿Sentir qué? —pregunta ella, pero André no responde, claramente aún vacilante—. ¿Por qué nadie más piensa poner bancas en el patio? — murmura Ella para sí misma.

—¿Hay un problema, Señorita Cesaire? —una voz pregunta detrás de ella. Se gira para encontrar a Adrien merodeando detrás de ella, cuaderno en mano y luciendo bastante preocupado.

—Oh, Adrien, ahí estás — dice Ella—. Algo está mal con André.

Están comenzando a atraer miradas de la multitud. Adrien toma el brazo de André y lo jala a una esquina más callada, manteniéndose de pie con su espalda hacia el patio para proporcionar un poco de privacidad.

—¿Ha estado así por mucho tiempo? —pregunta Adrien a Ella mientras estabiliza a André.

—No, vino bastante de repente —responde ella—. Me preocupaba que fuera a desmayarse.

—Estoy seguro que no es nada —le dice Adrien a ella—. El calor quizás. Puedo manejar esto, Señorita Cesaire. No es nada con lo que preocuparle.

Ella frunce el ceño, renuente de irse.

—No es nada — repite Adrien enfáticamente.

André mira el suelo como su hubiera perdido algo, pareciendo no registrar la conversación en absoluto.

—Si insiste —cede Ella.

—Él está perfectamente en buenas manos, Señorita Cesaire —dice Adrien, y entonces se da vuelta antes que pueda decir otra palabra, y él y André caminan a la multitud.

—Ahí estás — dice Etta, apareciendo en el hombro de su hermana—. He estado buscando por ti en todos lados. ¿Viste la iluminación? ¿No fue espectacular?

—Efectivamente —dice Ella, aún escaneando la multitud.

—¿Cuál es el problema? —pregunta Etta—. ¿Pasó algo?

—¿Qué tanto sabes sobre el asistente de André ? —pregunta Ella en respuesta.

—¿Adrien? No mucho —dice Etta—. Él ha trabajado para André por varios años, se especializa en contabilidad. Antes de eso era un erudito de alguna clase, creo. No estoy completamente segura de qué estudió. O dónde, para ese caso. No es particularmente hablador. ¿Por qué preguntas? ¿Buscando otra oscura y guapa conquista?

Ella se ríe, a pesar de su distracción.

—No. Nada como eso. Sólo curiosidad. —Toma a su hermana por el brazo—. Vamos y busquemos otros misterios que explorar por el momento.

Brazo en brazo navegan la multitud, circulando alrededor de la hoguera brillante que muchos clientes están mirando aún, fascinados por las flamas blancas danzantes.

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora