SUSPENDIDO

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Nueva York, Noviembre 1, 1992

La última vez que Félix entro a esta carpa en particular, Bridgette estaba con él, y estaba llena de una densa y blanca niebla.

Entonces, Félix tiene dificultades para creer que hace sólo unos días, la carpa era interminable. Pero ahora sin la cobertura de la bruma, Félix puede ver las paredes blancas de la carpa y las criaturas en ella, pero ninguna de ellas se está moviendo.

Aves, murciélagos y mariposas cuelgan en el espacio como si se sostuvieran por medio de cuerdas, completamente quietas. Ningún crujido de las alas de papel. Ningún movimiento en absoluto.

Otras criaturas están sentadas en el piso cera de los pies de Félix, incluyendo un gato negro agazapado antes de abalanzarse sobre un cercano zorro blanco- plateado. Hay animales más grandes, también. Una cebra con perfectas rayas que contrastan. Un león recostado con una melena blanca. Un ciervo blanco con grandes astas.

De pie al lado del ciervo hay un hombre en un traje negro.

Él es casi transparente, como un fantasma, o una reflexión en un vidrio. Partes de su traje no son más que sombras, Félix puede ver al ciervo claramente a través de las mangas de su chaqueta.

Félix está debatiéndose sobre si es o no un producto de su imaginación cuando el hombre lo mira, sus ojos sorprendentemente brillantes, aunque Félix no puede distinguir el color y el parecido con él mismo es un tanto aterrador.

—Le pedí que no te enviara por este camino —dice él—. Pensé que este era el más directo.

—¿Quién eres? —pregunta Félix.

—Mi nombre es Adrien —dice el hombre—. Tú debes ser Félix. —Félix asiente.

—Me gustaría que no fueras tan joven —dice Adrien. Algo en su voz suena profundamente triste, pero Félix aún está distraído por su fantasmal apariencia.

—¿Estás muerto? —pregunta él, acercándose. Con el ángulo cambiando, Adrien parece casi sólido en un momento y transparente al siguiente.

—No precisamente —dice Adrien.

—Kagami dijo que ella era la única persona viviente aquí que sabía lo que había pasado.

—Sospecho que la Señorita Kagami no siempre es enteramente confiable.

—Luces como un fantasma —dice Félix. No puede pensar en algo mejor para describirlo.

—Tú pareces de la misma forma para mí, entonces ¿cuál de nosotros es real?

Félix no tiene ni idea de cómo responder esa pregunta, entonces pregunta la primera de las suyas que se le vino a la mente en su lugar.

—¿Es ese tu sombrero de hongo en el patio? —Para su sorpresa, Adrien sonríe.

—Lo es, en efecto —dice él—. Lo perdí antes que todo pasara, por eso quedó atrás.

—¿Qué pasó? —pregunta Félix.

Adrien hace una pausa antes de responder.

—Esa es una historia bastante larga.

—Eso fue lo que dijo Kagami —dice Félix. Se pregunta si puede encontrar a Marin, así él puede hacer la narración apropiadamente.

—Ella fue veraz en ese punto, entonces —dice Adrien—. Kagami intentó encerrarme en la hoguera, la razón de la cual es una historia más larga que el tiempo que tenemos, y hubo un cambio de planes que resultó en la situación actual. Fui descompuesto y unido de nuevo en un estado menos concentrado. —Adrien le ofrece su mano y Félix se acera para tocarla. Sus dedos se mueven a través sin detenerse, pero hay una suave resistencia, la impresión de que hay algo ocupando el espacio, aunque no es lo suficientemente sólido. —Esta no es una ilusión o un truco —dice Adrien.

Le cirque des Rêves (Adrinette/Feligette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora