Parte 23: Slave.

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El tic tac del reloj y el sepulcral silencio lograban colocarme nervioso, observe nuevamente la hora y ya habían pasado veinte minutos de lo acordado.

Suspire cansado, me levanté colocando las manos en mis bolsillos y ,antes de que pudiera pisar una vez fuera de la sala, una cabellera roja se interpuso en medio del camino.

Sus mejillas coloradas y sus ojos claros me llamaron la atención al instante. Aquellos labios rosados, que estaban mordidos por si solos, y su intensa mirada me desorientaron.

-¿Eres Jungkook?- asentí y sonrió inspeccionandome.- Es un gusto verte, estaba esperándote.

-Llega tarde, no tengo mucha paciencia para esperar.

-Entonces será lo primero que tendremos que corregir.- menciono y por su cambio de expresión, se había retractado al instante. - Quiero decir, discúlpame... lamento llegar tarde en nuestra primer consulta.

Su voz calaba profundamente en mi, sus actitudes me parecían interesantes pero su dulce esencia me cautivaba.
Otra vez sonrió y, con sus altos tacos negros, paso delante de mi conduciendome hacia algún lugar. Caminamos bastante metros, subimos tres escalones y a lo ultimo de todo, una puerta azul nos esperaba.

-Adelante, pasa.

Entre y todo era tan meticuloso organizado que espantaba; la alfombra, el diván y las cortinas eran exactamente iguales, y combinando con los colores oscuros de las maderas, lo volvían algo añejo.

-Tome asiento.- dispuesto sentarme en el asiento individual de cuero, fui detenido al instante.- Usted va en el diván.

-Oh no, no me sentaré ahí.- negué decidido y ella apoyo su cuerpo sobre la puerta. - El día en que me siente en el diván es porque habré tocado fondo.

-¿Y cuándo sabes que has tocado fondo?- preguntó y me siguió con la mirada. - ¿Cuándo es el momento?

-Cuando usted lo diga, en fin, será mi doctora.

-Entonces siéntate ahora.- dictamino y sus esmeraldas ojos brillaron más.

Me quede estático ante su autoridad, sus brazos cruzados y su sonrisa cargada de algo que desconocía me hicieron obedecer. Recostado sobre la felpa azul marina, comencé a mover mis dedos sobre mi pecho esperando algo de ella. Sin embargo, no decía nada ni muchos menos hacia algo... solo se dedicaba a observarme sin escrúpulos.

-Porque a veces es tan difícil.- sus tacones lentamente comenzaron a rechinar sobre el viejo suelo de madera. - Porque les cuesta aceptar ciertas cosas.

Me quedé en silencio, observando el blanco cielo raso mientras mis fosas nasales se inundaban de unas mezclas de aromas de cuero y pino. Sabia que sus frases iban directamente hacia mí pero aún no entendía el rumbo de cada una de ellas.

-Los hombres poderosos se niegan ser doblegados por alguien más, odian que los domines.

Sus palabras me dejaron inmóvil y tan solo me limité a escuchar sus apacibles pasos.

-No soportan órdenes. El poder para ustedes es todo ¿no?- sus pies terminaron al final del largo diván, su torso se inclinó quedando a leves centímetros de mi. - ¿Por qué viniste?

Su voz tajante y sus intensos ojos me dejaron anonadado, trague grueso y mi mente estaba en completo jaque.

-Usted... usted es psicóloga. Entonces yo vine... yo vine para-

-Conmigo los juegos no van, Jungkook.- me limitó y luego de tanta seriedad una carcajada brotó de ella. - Dime, ¿A que has venido?

-Me gustas.- dije sin más, de pronto bajo su mirada me sentí tan expuesto, como un vidrio que podía ver y leer cada pensamiento. - Estoy aquí por usted, porque me interesa.

-Mmm bebé, debo advertirte que las cosas serán muy diferentes. - los botones de su chaqueta comenzaron a ser desprendidos a medida que su rostro se acercaba más a mi.- A mi me gustan jugar a otras cosas.

-Estoy dispuesto.- mencione asustado como si de un niño me tratara.- Lo quiero todo.

Su sonrisa se agrando y las rojizas hebras de su cabello se tiraron hacia atrás, esos verdosos orbes se iluminaron y mordió sus labios.

- Estas accediendo a cosas que ni tu mismo te esperas.- sus susurros en mi oído me hipnotizaban y su lasciva lengua recorría el lóbulo de mi oreja.

Bajo la solemnidad de la habitación, un extraño sentimiento me recorrió; sus palabras iban mucho más profundo, estaba advertido, pero estaba aceptando mi camino.

El camino guiado por una hermosa y seductora serpiente, que asfixia hasta el punto de doler como encantar, donde toda su esencia fría lo volvían misterioso e indeducible. Y hasta cuando sus colmillos, impregnados de un amargo veneno, lo volvían tan dulce sin siquiera darse cuenta.

Allí, bajo la oscuridad de la habitación, cai en la trampa de la serpiente, mordi el fruto prohibido gozando en el momento y embargandome de tal intenso sabor, que lo volvía adictivo.

Completamente deseable.

Bajo su poder, lo tenía todo planeado; desde mi principio a fin. Me arrebataría todo, mi cuerpo, mi alma hasta mi último suspiro.

Luego, cambiaría de piel, por otra por más o menos color, con más o menos humedad pero con el mismo objetivo. Treparia por mi cuerpo, sin darme cuenta, cada vez se enroscaria más en busca del mismo sentimiento del principio

"Que alguien le pertenezca."

- Bienvenido, Slave.

La Cita Cincuenta Y SieteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora