Parte 34: Te ayudaré.

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-¿Estas segura de llevarlo allí?- era la quinta vez que el Señor Jeon me preguntaba mientras los bartelleros trataban de guardarlo bajo prisión en el extenso vehículo.

-Muy segura.- los muchachos suspiraron de alivio al terminar de colocar el cuadro y cerra la puerta.

Me acerque aplaudiendo y Jungyion les ofreció una proponía ante su gran ayuda. Me senté en el asiento copiloto y observe como la felpa roja me hipnotizaba por el espejo, ansiaba de ganas de verla reluciendo en la pared de alguna habitación de la casa.

-Jimin te tiene mucho aprecio para hacerte una obra exclusiva.- menciono desairadamente mientras encendía el motor del vehículo.- El no suele regalar obras tan fácilmente.

-Estaba en falta conmigo.- dije y sonreí al recordar su rostro fruncido en un dulce puchero.- Es un pedido de disculpa mas que un regalo.

-Lo se.- musito y emprendimos viaje sobre la carretera.

El silencio nos rodeo y me limite en ver por la ventanilla, sonreí recordando algunas charlas que tuvimos con Jimin. El sol estaba bajando, provocando que algunos rayos me molestaran en mi vista.

-Toma, esto te aliviara.- me entrego un par de lentes de sol, me observe en el espejo y no podían quedarme peor. Sin embargo, no había nadie que me viese en este momento.- Espero que la hayas pasado bien...

-La pase genial, de eso no debe preocuparse.- dije rápidamente mientras lo veía.- Muchas gracias por la invitación.

-No, por favor. No debes agradecer.- me extendió su mano y tomo mi mano en un movimiento muy suave.- Me gusto mucho salir contigo... YoSook, quiero que te sientas a gusto conmigo.

Fruncí mi ceño y voltee mi cuerpo hacia el, su mirada se concentraba en el camino pero podía notar la duda en sus palabras.

-No quiero que sientas que tengo rencor hacia a ti, ni ninguna clase de esos sentimientos.- dijo y me observo muy brevemente.- Te siento como a una hija, y estoy muy feliz que estés a lado de mi hijo. El esta muy feliz contigo.

De pronto me sentí muy cohibida y sorprendida ante sus palabras, remoje mis labios nerviosamente y mi cerebro estaba en blanco para poder decir algo.

-Esto me toma muy de sorpresa, Jungyion.- escuche su risa y no pude evitar compararla con la de su hijo.- Pero también le tengo aprecio y tenga asegurado que jamas pensé algo malo sobre usted. Realmente me siento muy agradecida ante su cálida bienvenida.

-Desde siempre fuiste de la familia, te estábamos esperando.

(...)

-¡Cuídate!- grito el Jungyion luego de ayudarme a cargar el lienzo en el ascensor.

Las puertas se deslizaron hasta terminar por cerrarse y repiquete mis uñas sobre el grande cuadro, las puertas se abrieron y pronto mis zapatos comenzaron a repiquetear sobre el impecable mármol. Con un gran suspiro, hice fuerza y volví a trasladarme hasta estar a unos escasos metros de la puerta.

-Dios... debí aceptar su ayuda.

Con otra bocanada de aire, tome el cuadro y llegue hasta la puerta negra, rebusque las llaves pero la puerta se abrió por si sola. Extrañada y agradecida, entre al departamento y comencé a vociferar el nombre de Jungkook obteniendo una nula reacción.

-¡Ay no!- exclamó al sentir como el peso del cuadro me impulsa contra la pared, cayendo de frente sobre el.

Suspire y trate de reincorporarme sobre mis altos zapatos, me despegue lentamente de la pintura procurando que no se rayada ni que la roja tela se cayera.

La Cita Cincuenta Y SieteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora