Parte 9: Frialdad.

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La Cita Cincuenta y Siete

Capitulo 8.

Llegue a casa y me concentre en hacer el menos ruido posible, empuje la puerta suavemente cerrándola para luego dejar los zapatos en la entrada.

Observe la sala y estaba totalmente a oscuras, tome mi celular y active la linterna y comencé a cruzar por la sala para dirigirme hacia mi habitación, pero mis lentos y silencios pasos fueron detenidos por la gruesa y pastosa voz de mi padre.

Me gire alumbrándolo con la linterna, encontrándomelo apoyada sobre una de las columnas de la casa con un vaso de vidrio en su mano, y me sorprendió ver que aún seguía despierto siendo que mañana debía ir a su sagrada empresa.

-Te lo vuelvo a preguntar y espero una contestación de tu parte, YoSook.- su hablar no era normal, balbuceaba y de forma lenta decía las palabras. - ¿En dónde estabas?

-Sali. - me encogí de hombro, tratando de restarle importancia- Simplemente salí a comer a un restaurante y se me paso la hora- una sonrisa burlesca apareció en su rostro mientras negaba.

Se alejó de la columna caminando hacia mi mientras movía su vaso mezclando el contenido de el. Su actitud era desconcertante, jamás lo había visto en este estado y al observar la vacía botella que se encontraba a lado de su pequeño sillón, termino por confirmar una de mis sospechas. Estaba ebrio.

-Saliste...- cambio el sentido de su mirada hacia el vaso y tomo el contenido de un trago- Pero seguramente estabas con el... con el hijo de los Jeon.

-Así es- abrió sus ojos grandes y frunció su ceño como si se asqueara de algo. - Estaba con él. - concluí.

-No dejare que te cases con el- negó mientras lo acompañaba de un ruido- Ni lo sueñes, querida YoSook- sonrió falsamente y su tono neutro pero autoritario me hacía querer en este preciso momento irme y rebelarme frente el, frente a la familia Jung. - No permitiré tener cerca al enemigo de mi empresa.

Y todo volvía a caer al mismo y profundo punto de siempre, los jodidos negocios. La extrema adoración de mi padre hacia la empresa, me hacía odiarla. Me hacía odiarlo a él.

-No lo haré padre- sus facciones se tensaron, sus ojos se hicieron más profundos y todas sus reacciones me hacen ponerme en alerta- Yo me casare con Jungkook.

La sala quedo en silencio y se acumuló más tensión de la que había.

Mi padre se mantuvo quieto sin expresión ni movimiento. Solamente mirarme, como si en su cabeza calculara el siguiente paso a hacer.

-No, no. Tú no te casaras- sus orejas comenzaban a tornarse rojas sal igual que su rostro. - No pondrás ni un solo pie fuera de esta casa.

-Me cansaré, papá- dejando de mantener mi temple, levanté mi tono de voz y mantuve mi postura segura- Estoy cansadade tu autoridad y de tu repugnante empresa. Ya no mandas sobre mi, hace muchos años que dejaste de hacerlo. - estaba muerta de miedo, pero inhalé y armándome de valor dije unas últimas palabras que lo harían llegar a punto. - Ahora entiendo porque ella se alejó de ti.

Mi cara giro de repente hacia un costado y un intenso dolor se presentó en mi mejilla, jadee llevando una mano hacia mi pómulo. Sin poder reaccionar recibí un fuerte empujón haciendo que terminara cayendo de espaldas a la escalera hacia el suelo.

- ¡Nunca aprendiste a mantener cerrada tu boca! - mi móvil había caído hacia algún lugar de la sala y la iluminación que otorgaba a la sala era casi nula -Pero hoy aprenderás la lección.

Se sintió algo estallar alrededor de mí, gatee tratando de levantarme, pero se incrustaron filosos vidros en las palmas de mis manos y más golpes vinieron.

Las manos de mi padre tomaron algunos de mi cabello tirando fuertemente mientras gritaba cosas que no lograba oír.

Patadas, puños y rebotes sobre la superficie de las escaleras me habían dejado desorientada, tosí y un sabor amargo se hizo presente en mi boca.

De un momento a otro, la sala se ilumino y el bullicio aumento. Deje de sentir golpes, alguien había levantado mi rostro y podía sentir como hablaba, pero no entendía lo que decía ni siquiera escuchaba.

Poco a poco fui recobrando la conciencia, Ru han se encontraba a mi lado y su expresión era notoriamente preocupada. El Señor Kim se encontraba forcejeando con mi padre mientras lo dirigía hacia afuera.

Entrecierro mis ojos y me siento muy cansada, agotada. Me dejo reposar en el suelo hasta que a los minutos ya no siento la dura superficie siendo reemplazada por una suave.

Fruncí mi ceño y jadeé al sentir un tacto al costado de mi abdomen provocando que un fuerte ardor surgiera.

-Por favor, para. - con pocas fuerzas me reincorporé y miré a Ru Han que, a pesar de estar cargando un gran bulto en estos momentos, se encontraba arrodillada con una gran expresión de preocupación.

-Lo siento... quería ver que los golpes no fueran tan graves. - observe como sus ojos comenzaban a empeñarse y su expresión era tan angustiante que lograba asustarme, no podía imaginarme en qué estado estaría.

La puerta fue abierta y la Señora Sun rápidamente avanzo a la habitación, llevo una mano debido al asombro mientras que en su otra mano traía un recipiente con algunos paños mojados.

-Por dios, YoSook- sus frías manos acariciaron mi rostro suavemente para luego apartar algunos cabellos que molestaban, su tacto me era sumamente reconfortante y unas inmensas ganas de llorar me invadieron. - No, mi niña. No llores, todo estará bien...

Asentí y con el húmedo paño comenzó a limpiar algunas heridas que se encontraban tanto en mi frente como en mi pómulo derecho. No pude evitar quejarme continuamente debido a la presión que ejercía en ellas.

-Lo siento, lo siento. - pacientemente se detuvo una vez más, dejando a un costado la pequeña pinza que sacaba algunos cristales que se habían clavado en las palmas de mi mano. - Solo falta un poco más...

Y soltando un suspiro, al igual que una gran queja, saco cuidadosamente el ultimo trozo y termino por vendar una de mis manos más dañada, pero sin tanta gravedad.

-Terminamos- concluyo y, a pesar de tener fuerte olor al desinfectante utilizado, deposito un pequeño pero cálido y consolador beso en mi frente. - Ahora debes descansar, mañana todo estará mejor...

Un sollozo ahogado se sintió en la habitación y tanto yo como la Señora Sun volteamos hacia donde se encontraba Ru Han.

Su rostro se encontraba empapado de lágrimas mientras que con una mano trataba de ocultar los ruidos que soltaba al hipear. Probablemente se encontraba así debido que el embarazo hacía que sus hormonas al igual que sus sentimientos se encuentren muy sensibles.

Ninguna pronuncio algo al respecto y se retiraron en silencio.
A paso lento, me dirigí al tocador y me apoyé sobre él. Observe mis heridas y varias lagrimas comenzaron a descender.

Note como mi lado derecho del rostro estaba más inflamado que el otro lado, comenzando a tornarse morado.

Regresé a la cama y comencé a desvestirme lentamente. Deje el impecable vestido, que ahora estaba arrugado sobre el sillón y una sonrisa melancólica apareció en mi rostro.

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