Parte 29: ¿Quien eres, Yeonji?

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Termine por tirar el décimo quinto bollo de papel en el cesto de la basura, tome de mis cabellos y me deje caer sobre los otros cientos de bocetos debajo de mi.

- Tranquila, YoSook.- levante mi vista encontrándome su apacible sonrisa.- No debes frustrarte.

DoYeon se levantó del sofá y caminó hacia mi, apoyo sus manos sobre mis hombros descubiertos y comenzó a frotarlos.

-Bueno en fin... este no está tan mal. - dijo pero podía notar su poco entusiasmo.

Llevábamos más de tres horas y media tratando de encontrarnos, de que ella me dijera lo que quería en su colección y otro tiempo más tratando de que yo captara la idea. Sin duda, esto no estaba yendo hacia buen puerto, a pesar de dibujar bien no llegaba al objetivo que quería la Señora Jeon. Como tampoco, disfrutaba hacer miles de dibujos sobre el boceto.

- No, DoYeon. - negué y levante la vista, chasqueando al ver los terribles dibujos. - Esto es horrible, solo dígalo.

Un minuto de silencio, el repiqueteo de mis zapatillas con el suelo la hacían poner más nerviosa y luego de un largo suspiro, dijo calmada.

- Si, YoSook. Esto realmente no es lo tuyo. - asentí y acomode los lápices sobre el estuche. - No te desanimes, en fin, este tal vez no es el arte que tu buscas.

Y definitivamente era verdad, prefería mil veces estar frente a un lienzo blanco y vacío, tomar alguna brocha y comenzar a salpicar o dibujar diferentes colores y texturas con el. El pensamiento de estar en la terraza de Jungkook, bajo la luz del atardecer y tomando una copa de vino mientras mis pensamientos volaban, me parecía algo ideal.

-Dejemos todo hasta aquí. - murmuro y dejo un pequeño beso sobre ni frente. 

-Lamento hacerte esto, DoYeon. - entrelace nuestras manos. - Estas a nada de estrenar tu nueva colección, no quiero dejarte así, de esta forma.

-Ya, YoSook. - suspiro y organizo los papeles del escritorio. - De todos formas... ya había comenzando con Niki.

Niki, era el diseñador que acompañaba desde hace años a DoYeon y del cual estaba muy contenta. Al cruzar las puertas del estudio, sentí su fría y penetrante mirada, obviamente no estaba muy conforme con mi estadía aquí, pensando que alguien como yo le sacaría su puesto de hace años.

-Espero que no te enojes, YoSook. Ya sabes con el trabajamos hace mucho tiempo y-

-Te agradezco DoYeon. - mencione rápidamente y ella frunció su ceño confundida. - No lo malinterpretes, amo tu ropa. Pero no me gusta dibujarla, dejemos esto hasta aquí.

Ambas suspiramos de alivio y reímos mientras recolectábamos los inservibles papeles. En vez de enfadarme, sentí una liberación absoluta. Tome sus manos y comencé a reír.

-Te hará bien tomar un poco de aire. - sonrió y se encaminó hacia la puerta. - Ve, te has librado de los bocetos.

Negué y tome mis cosas rápidamente, antes de irme, la abracé murmurando un "gracias y un perdón". Como arte de magia, las puertas del ascensor se abrieron y el impoluto de Niki me miro con cara de pocos amigos a medida que se acercaba a nosotras.

- Relájate Niki. - tome su cara entre mis manos y el abrí sus ojos despavorido. - El puesto es y será siempre tuyo.

Alise las arrugas de su frente y me despedí entrando hacia la caja metálica. Antes de que las puertas se lograran cerrar, observe como DoYeon reía desde su lugar y el muchacho se veía aún confundido.

El ascensor comenzó a moverse. Sin embargo, cada vez llegaba más arriba y jamás hacia  la planta principal, presione varias veces el amarillento botón pero no tuve solución alguna. Resignada, cruce mis brazos y llegue a la cima del edificio, salí y observe desde el cielo hasta los más mínimos edificios en esta gran altura. Inhale el poco aire limpio de la ciudad, hacia tiempo que no salía y apreciaba un poco lo que me rodeaba.

La Cita Cincuenta Y SieteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora